Opinión

Melias, otro caso Vilariño

De la obra del Escorial, a la de O Medo y A Abelleira. Meses y meses, papeleo, tras papeleo y con dos campos casi parados. Distintas radiografías, misma problemática. El feudo del Vilariño ya luce de color verde después de un año de trasiego de deseos y un valor de una hierba que cada semana crecía en otro lado. Ahora, el equipo desciende. Eso sí, ya tiene campo. No se centra la búsqueda en culpables, si no en plazos incumplidos.

La misma sensación tiene el Melias. Llorando todavía la Preferente, ve ahora como en la tierra de A Abelleira no crece hierba. Todo marrón, cuando el campo ya tenía que estar para acabar la temporada. Hay obras que se envejecen con el tiempo y se revalorizan cada día que pasa. Deseos de constructores y hastío deportivo de un club que ve como Melias es Vilariño. Y eso que la rivalidad es patente. 

Días, semanas y meses en un campo vecino. Ahora, se antoja indispensable reanudar una obra para que los dos equipos dispongan de campos que cumplan los requisitos indispensables para jugar y entrenar con garantías. No son caprichos, son responsabilidades contractuales.

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