Opinión

Menús extraños

Hace sobre unos cuarenta años, recuerdo que en un lugar al pasar Lalín con dirección a A Coruña había una pequeña taberna al pie de la carretera regentada por don Bartolo. En la pared, tamaño de mural, colgaba una fotografía de gran tamaño con este texto: Al entrar aquí, tráteme de Don. También, en otro lado de la pared, tenía la lista de lo que allí se podía comer.

Los menús eran de lo más coñón. Sólo recuerdo algunos: "Sopas de burro cansado" (pan mojado en vino tinto con azúcar); "Tubería fina" (macarrones); "Carne de semejante" (de cerdo); "Ovos de galiña"; "Callos sin lavar". Temos "fruta do amor" (plátanos). Temos viño feito sin uva, tanto o branco coma o tinto é feito de química (peor co veneno).

El local, llamado "El Cojonudo", me resultó simpático y salvo el mandato del reloj, a media tarde, cuando iba de viaje, me paraba para tomar un "veneno" y un bocata de "chourizo feito de calqueira cousa", en versión original. Un tipo simpático. Después de tanto tiempo, el 22 de mayo último, me fue publicado en La Región mi artículo titulado "Pampirolada". Y esto ¿por qué? Consultando una palabra en el diccionario de la Real Academia Española me apareció esta palabra que significa: "Salsa que se hace con pan y ajos machacados en el mortero y desleídos en agua".

Han pasado muchos años e ignoro si vive don Bartolo. No obstante, si viviera, estaría ya en edad longeva igual al que estas líneas escribe. Supongo que seguiría con sentido del humor, más bien con cachondeo que invitaba a la risa y yo le diría: "Ti tes unhos menús moi especiales, pero non sei si coñecerás estos outros: Pampirolada; Jirofina; Suspiro; Panatela; Panaché e Tortellini". Posiblemente me diría ¿De onde sacaches estas cousas? Do diccionario da Real Academia Española, meu amigo. Anda, vaite poder, pois non cho creo. Este artículo saldrá a la luz por sugerencia de una joven amiga, lectora diaria de La Región desde hace largo tiempo cariñosamente llamada Landuchi.

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