Opinión

¡Oh corazón, corazón!

Sostiene Aloysius que ese valioso músculo que se comporta como un motor de vida dentro de nuestra caja torácica es el órgano humano más alabado por músicos, compositores y cantantes, desde “Mon coeur s'ouvre á ta voix”, una bellísima aria de la ópera “Sansón y Dalila” de Camile Saint-Säens, pasando por la excepcional “Piece of my heart” de la malograda Janis Joplin, hasta el clásico “Il cuore e uno zíngaro” del gran Nicola Di Bari. Estos son tan solo unos pocos ejemplos de los cientos existentes, que nos pueden servir como introducción de estas breves reflexiones sobre la patología cardíaca.

En España, la insuficiencia cardíaca representa entre el 3 y el 5 por ciento de los ingresos hospitalarios. En los mayores de 65 años, supone la primera causa de hospitalización. Con el envejecimiento poblacional y el aumento de la esperanza de vida, nos encontramos ante una enfermedad cada vez más prevalente. Los reingresos hospitalarios son progresivamente más frecuentes, situandose la mortalidad anual en torno al 16%. Diagnosticar y tratar la insuficiencia cardíaca representa el 2.5% del gasto sanitario global.

La hipertensión arterial es la causa que mayoritariamente explica por qué esta patología afecta más a las personas mayores. A medida que envejecemos, nos vamos haciendo más hipertensos. Un corazón forzado a bombear la sangre durante demasiado tiempo hacia un aparato circulatorio que cada vez presenta una mayor resistencia a dicho flujo, con toda seguridad terminará debilitándose y fallando. La cardiopatía isquémica y las enfermedades de las válvulas del corazón son otras causas determinantes de la insuficiencia cardíaca. Tras un infarto, diversas zonas del corazón sufren daños y se debilitan. 

Los fármacos que pueden prevenir el desarrollo de una insuficiencia cardíaca deben administrarse sobre las áreas afectadas y para mejorar este tratamiento un grupo de investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) han desarrollado un dispositivo denominado “Therapi” capaz de llevar los medicamentos necesarios a la superficie del corazón afectada. Por el momento, se encuentra en fase experimental y ha sido probado en animales de experimentación, más concretamente en ratas de laboratorio.

Una ventaja adicional de este sistema es que también permite el suministro de células madre capaces de regenerar el músculo cardíaco dañado. En el depósito que se implantaría bajo la piel del paciente, las células madre producirán los factores necesarios para la reparación del órgano enfermo. Retomando el símil musical del comienzo, en un futuro cercano éste y otros ingeniosos sistemas parecidos podrían mejorar el pronóstico y la calidad de vida de los pacientes, evitando esa larga serie de “corazones partidos” que todavía continuamos contabilizando a día de hoy.

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