LA EXPERTA HABLA

La oratoria, un arte de alto impacto

Llegar a ser un buen orador se puede lograr trabajando desde edades tempranas ya en los colegios.

Un periódico de tirada nacional publicaba recientemente un artículo en el que afirmaba que "España aprende a hablar en público". Durante años y en diversos informes de empleabilidad han destacado las escasas dotes de los españoles para hablar en público, pero esto está cambiando. La cultura de los debates ha emergido y, en general, hemos ganado confianza en esta tarea, un objetivo que se consigue con la práctica. 

Llegar a ser un buen orador se puede lograr trabajando desde edades tempranas ya en los colegios. El sistema educativo ha tomado una nueva dirección y las horas lectivas restan teoría a favor de clases prácticas, más participativas y en las que los escolares toman el mando y se expresan en distintos campos del conocimiento. Este cambio en el sistema es óptimo para favorecer el tema que nos ocupa. Exponer proyectos en clase o compartir impresiones con los compañeros durante la realización de trabajos en grupo favorecen que el hablar en público pase de ser una "pesadilla" a un mero trámite.

¿Cómo enseñar a los niños a hablar en público?

Aprender a hablar en público no solo mejora las habilidades de comunicación sino que ayuda a aumentar la confianza en los niños y resulta muy beneficioso para su futuro.

Saber organizarse, debatir, argumentar o defender una idea son algunas de las habilidades que se consiguen a través de la oratoria. 

Entre las claves para aprender a  hablar en público podemos destacar:

1. Leer, observar, escuchar y practicar. Estos son los cuatro ingredientes fundamentales para una buena oratoria. Primero los niños deben aprender a desinhibirse, a no tener miedo y a creer en ellos mismos para posteriormente saber trasladar una idea para que se entienda, se recuerde y permanezca.

2. Aprendizaje de poemas, rimas o canciones. Así, es interesante enseñarle a los niños canciones o poemas y, a través de la lectura y la repetición en voz alta, su capacidad de concentración aumenta y se fomenta su autoestima.

3. Deben despedirse del miedo. Los profesores y padres pueden animarles a hablar con ellos sobre un tema que a los niños le resulte atractivo o de interés y formularle una serie de preguntas sobre ese tema para que se expresen en voz alta y reflexionen.

4. Visionar debates. Es también una buena idea que los niños observen presentaciones o debates, eso sí, para acaparar su atención deben ser de temas que a ellos les resulten atractivos e interesantes.

5. Ejercicios en clase. En el aula se pueden llevar a cabo actividades concretas que ayudarán a que los niños se expresen mejor y pierdan el miedo a hablar en público. Por ejemplo se pueden proponer temas para hablar sobre ellos. Se le dan 10 minutos para prepararlo y después deberán exponerlo ante sus compañeros. De este modo y haciéndolo con cierta frecuencia muy pronto  se apreciarán notables mejorías. 

6. Aprender a escuchar. Mientras un niño expone un tema es importante que los espectadores aprendan a escuchar y se mantengan en silencio. Por un lado esta actitud es positiva para que el orador no se ponga más nervioso y por otro lado estos puedan aprender al ver como un compañero expone su tema. Es muy importante motivar a los alumnos durante sus intervenciones y los momentos previos y darles la enhorabuena y aplaudir su esfuerzo al finalizar la presentación.

7. Perder el miedo a preguntar. Uno de los aspectos de gran importancia es que los niños aprendan a no tener miedo a preguntar  cuando no hayan entendido algo o precisan más información sobre algún tema.

Juegos para practicar la oratoria en el colegio o en casa

Además de las actividades que los padres pueden compartir con sus hijos para perder el miedo a hablar en público, en la escuela es importante que se fomente la oratoria que aportará numerosos beneficios cuando sean adultos. Así, algunos juegos ayudan a conseguir los objetivos.

1."¿Qué sabes de...?" Simplemente se necesita algo de música y ganas de divertirse. Los participantes irán caminando por la clase mientras suena la música y en el momento que se detenga, se situarán frente a la persona más cercana y deberán responder al oído de este compañero las cuatro preguntas que el profesor les haga en voz alta. A partir de estas respuestas, el compañero tendrá un minuto para explicar al resto los descubrimientos que ha hecho sobre su compañero. De este modo se hará una sencilla presentación oral. Lo más importante de esta actividad es que el orador se atreva a situarse frente al resto de los compañeros, rompa esa barrera y explique algo que, al no ser una historia en primera persona, le dará menos vergüenza.

2. El pozo de los miedos. Para este juego se necesita solamente papel. Los niños se colocarán por parejas y escribirán en papelitos las emociones desagradables que sienten cuando han de salir a hablar en público. A continuación deberán romper con mucha fueza esos papeles, pisarlos y destrozarlos antes de lanzarlos a un pozo imaginario, representado en el aula con una circunferencia en el suelo, donde caen y no pueden salir. Seguidamente deberán cerrar los ojos e imaginarse que han de hacer una importante exposición. La harán genial y saldrán muy contentos de ella. Los demás aplaudirán y los oradores verán como al deshacerse de los miedos e inseguridades son personas nuevas.

3. El pregonero. Los participantes deberán colocarse en círculo y uno de ellos empezará la ronda a modo de pregonero diciendo en alto “El rey manda que...” el siguiente responderá completando la frase. A continuación el siguiente jugador, por orden, tendrá que repetir lo dicho hasta el momento y añadir algo nuevo al discurso y así todos los participantes hasta llegar al pregonero, que deberá colocarse sobre la mesa y proclamar en voz firme u clara lo que se ha ido diciendo.  

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