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Otras chicas del montón

Respecto a Alexa, el Sistema Nacional de Salud británico (NHS, en sus siglas originales) acaba de posibilitar un acuerdo con Amazon para que Alexa pueda contestar preguntas relacionadas con la salud realizadas por sus usuarios humanos.

Quizás se nos permita esta licencia cinematográfica para recordar hoy el título de la primera película comercial de Pedro Almodóvar, rodada en 1980, las peripecias de un grupo de chicas que vivían entonces la génesis de la Movida madrileña. La traemos a colación debido a las diferentes noticias relacionadas con las denominadas asistentes virtuales femeninas. Siri, Alexa, Cortana, Aura, Bixby, Irene, Sara… y otras chicas del montón.  Por una parte, diferentes voces críticas se han alzado para alertarnos sobre el lado oscuro de estos programas especiales de computación: dirigidos simplemente por nuestra voz, nos permiten interactuar con ellos con diversas finalidades. Este particular tipo de relación entre el hombre y la máquina se está extendiendo rápidamente en nuestro ámbito cotidiano, hogares, automóviles y teléfonos inteligentes, y tanto sirven para proporcionarnos múltiple información variada y diversa, como para reproducir música, vídeos, películas, programas de televisión, e incluso hacer compras desde nuestros hogares.

Es cierto que ciertos riesgos de estos sistemas vendrían de la mano de su posible manipulación por personas ajenas a sus propietarios. Investigadores chinos de la Universidad de Zhejiang consiguieron que diversos asistentes virtuales ejecutaran las ordenes recibidas a través de frecuencias altas de la voz, ininteligibles para los humanos, pero perfectamente comprensibles para estas inteligencias artificiales tan sensibles. Otra situación paradójica se generó cuando los asistentes virtuales de centenares de personas se pusieron a contestar a un anuncio televisivo de una popular marca de hamburguesas, sin que sus usuarios humanos les hubiesen transmitido instrucción alguna en ese sentido. Incluso en el ámbito de la privacidad han suscitado serias dudas, pues estos dispositivos graban nuestras instrucciones, quién sabe dónde, por cuánto tiempo y con qué finalidades. Por último, varias asociaciones promotoras de la igualdad entre hombres y mujeres han demostrado su disconformidad porque las voces artificiales de los asistentes virtuales sean exclusivamente femeninas. Al parecer, según diversas investigaciones, las razones para esta elección se basan en que los usuarios preferimos interactuar con mujeres porque las voces femeninas se perciben como amables, mientras las masculinas se asocian con un mayor autoritarismo. 

Pero no todas iban a ser noticias negativas. Respecto a Alexa, el asistente virtual femenino de Amazon, el Sistema Nacional de Salud británico (NHS, en sus siglas originales) acaba de posibilitar un acuerdo con el gigante estadounidense de comercio electrónico para que Alexa pueda contestar preguntas relacionadas con la salud realizadas por sus usuarios humanos. Obviamente, lo hará tras consultar las recomendaciones y consejos médicos presentes en el sitio web oficial del NHS. De esta manera, las autoridades británicas creen que se podrá descargar una parte importante de la labor de los médicos de familia y de los hospitales, ayudando de paso a los pacientes ancianos, ciegos y discapacitados, con dificultades para acceder directamente a los servicios sanitarios. El gobierno británico ya dispone de un acuerdo similar con Babylon, un potente programa  para consultar información. Para evitar problemas, todos los datos sanitarios que Alexa maneje estarán cifrados, serán confidenciales y los usuarios podrán eliminarlos cuando lo deseen. Y ahora es hora de acordarse de la historia de amor entre Theodore y Samantha, su asistente virtual con la voz de Scarlett Johannson. Pero tranquilos, también es cine.

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