Entrevista

Sobrado Palomares: “Ourense es la capital sentimental de mi vida, nunca rompí ese cordón umbilical"

Alfonso Sobrado Palomares, en el Hotel Francisco II. (Foto: José Paz)
photo_camera Alfonso Sobrado Palomares, en el Hotel Francisco II. (Foto: José Paz)

El periodista y novelista recoge el lunes el Premio Ourensanía 2019

Alfonso Sobrado Palomares (Calvos de Randín, 1935) nació en un territorio que no entiende de límites. La Raia casi imaginaria donde lusos y ourensanos todavía comparten la vida. A su pueblo, el periodista y escritor donó hace poco su biblioteca personal. Unos 10.000 libros para el lugar donde aprendió a leer el niño que tiempo después recorrería 75 países para pulsar la realidad de cada uno de ellos.

El oficio que, asegura, "siempre" quiso, le hizo conocer a todo tipo de personajes. A Ahmed Ben Bella, por ejemplo, llegó porque le confundieron con un héroe de la revolución argelina. Como presidente de la Agencia EFE, entre 1986 y 1996, ejerció de facilitador. "Mi deber era que los periodistas pudieran hacer periodismo". Antes fue responsable de revistas como Ciudadano, Posible y Leer. La dirección del Diario de Córdoba le hace colocar en primera plana el valor de la prensa local.

El periodista –ahora más bien novelista– recoge el lunes a las 12,30 el Premio Ourensanía de la Diputación de Ourense en un acto en el Teatro Principal. El ente provincial reconoce su "amplia trayectoria que trascendió los límites de Ourense y de Galicia". 

¿Qué personaje le sorprendió?

Salvador Allende, muy cercano. Conviví con él una semana en La Habana. Al principio era raro pero terminamos siendo amigos.

¿Tenía otra percepción de él?

Sí, era más…

¿Estirado?

Sí. Y un poco raro fue Arafat.

Pero Arafat fue un personaje que terminó conquistándole, ¿no?

Sí, aunque con ciertos personajes árabes no era tan fácil. Era más fácil con latinos y europeos.

¿Siempre quiso ser periodista?

Siempre.

¿Desde cuándo?

Cuando marché a Madrid a los 18 años gané un premio de cuentos y el premio de novela del Café Gijón.

¿Ser escritor va ligado al periodismo?

Teóricamente no, pero en la realidad sí. Quien tiene facilidad para escribir, tiene facilidad para comunicarse y la comunicación es la base del periodismo.

¿Cómo recuerda su etapa en Ourense?

La calle del Paseo era como una lonja sentimental.

¿Y su Calvos de Randín natal?

Lo recuerdo de niño.

¿Por qué donó toda su biblioteca allí?

Me apetecía donarlo allí donde aprendí a leer. Creo que era un deber que tenía.

¿Cómo recibe el premio Ourensanía?

Con agradecimiento e inmensa alegría, es como un tatuaje que me pusieron en la piel y en el alma. Me marca porque para mí Ourense fue la capital sentimental de mi vida. Creo que nunca rompí el cordón umbilical con Ourense, siempre estuve ligado a pesar de que mi vida fue muy vagabunda por el mundo. El otro dia estaba contando, estuve en 75 países. En cambio, Ourense para mí siempre era la referencia.

¿Le hubiera gustado estar más ligado a Ourense periodísticamente?

La verdad es que sí, pero toda la carrera que hice no era para estar aquí. La presidencia de EFE es otra dimensión, pero el periodismo que hacéis es muy cercano. Valoro mucho el periodismo que a veces llamamos de provincia despectivamente. Es un periodismo de primer orden, porque hay que tener en cuenta que los lectores conocen los lugares que tú describes. El periodismo es el que va contando la historia de una ciudad.

¿Qué es un periódico a una ciudad, a una provincia?

La prensa no solo es el espejo de la realidad de una provincia, sino que interactúa. La prensa con conciencia crítica estimula y contribuye a mejorar una ciudad. No es el espejo frío. Esa conciencia crítica puede transformar una ciudad. Decía Stendhal que la novela es un espejo a lo largo del camino. No estoy de acuerdo. A lo largo del camino, el periodismo sí es un espejo.

¿Qué significó la figura de José Luis Outeiriño en la prensa ourensana?

Fue un visionario que se transformó en internacional. El periodismo es un determinismo tecnológico. Estamos haciendo otro periodismo con el mundo de Internet. Tenemos que pensar el periodismo de otra forma, pero no en el sentido de contar cosas, porque el periodismo siempre será contar historias, cosas que suceden y que le interesan a los otros. Esa es la base y no puede desaparecer nunca. 

¿Le convence el nuevo periodismo?

Es que estamos en la aurora. Aún no podemos distinguirlo bien porque no sabemos a dónde va.

Cuando se habla de cambio, ¿es algo meramente tecnológico?

Lo tecnológico es determinante. 

¿Cómo afectaron los cambios durante su etapa en EFE?

Tienes 2.400 periodistas repartidos en todas las partes del mundo. Antes, cuando daban un golpe de estado en África o América Latina, las agencias eran básicas porque eran las únicas que estaban allí. Ahora cualquiera que pasa con una cámara puede convertirse en un reportero en el Kilimanjaro si de repente hay un alud de nieve mortal. Las agencias han perdido un poco de fuerza.

¿Cómo se gestiona un equipo tan grande?

Con muchas horas. El periodismo que hacía yo en esa época era facilitar que los periodistas pudieran hacer periodismo y que no se preocupasen de hacer otra cosa.

¿Qué tema le trajo más alegrías?

El caso Roldán. Un periodista de EFE lo descubrió en Bangkok. Otro tema que en revistas me causó mucho problema fue un análisis de las Aguas de Solares. Demostramos que no era apta para el consumo y la retiraron. Otra vez, un reportaje en el que hacíamos análisis de condones, los que fallaban y los que no. Fue un escándalo porque era el franquismo y la revista estuvo retenida durante meses. A mí me procesaron seis veces, la última me pedían seis años de cárcel. 

¿Alguna vez se sintió amenazado?

Cuando estaba en la agencia EFE,  era la época más fuerte de ETA y mi mujer era la gobernadora civil de Madrid y después pasó a delegada del gobierno. Llevé seguridad durante dos años.

¿Qué está escribiendo ahora?

He terminado una novela sobre Abelardo y Eloísa, los grandes amantes del siglo XII. Los lovers del siglo XII. Uno llegó a ser abad y otra abadesa del monasterio.

Tiene más tiempo para escribir.

No es que tenga más tiempo, es que es mi tiempo ahora. Sería interesante escribir unos cuentos de la Raia seca antes de la llegada de la luz eléctrica.

La Raia es un territorio que invita a la creatividad.

Es el No man's land, el fin de la tierra. Fui muy feliz de niño, estábamos bautizando el mundo.

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