ENTREVISTA

Pablo Quintela: "Ahí fuera también hay investigadores que no cobran nada o casi nada"

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photo_camera Pablo Quintela, en su laboratorio de Madrid.

Hace 25 años, Pablo Quintela (Madrid, 1976) decía adiós a su etapa en el IES As Lagoas de la capital ourensana.

Aunque no es mucho tiempo, al echar la vista atrás no tiene muchos recuerdos de aquella graduación: "Creo que la hicimos en el salón de actos, éramos muchos...  Me acuerdo un poco más de la fiesta posterior". Hoy, Quintela será el encargado de despedir, a modo de padrino, a los alumnos de 2º de Bachillerato del centro. Les hablará de su profesión y de su trayectoria como biólogo especializado en protozoos ciliados, pero dejará claro que su camino es un ejemplo, como muchos otros. "Lo decía Confucio: 'Si amas lo que haces nunca será un trabajo', y yo tengo la suerte de sentir eso", señala. 

¿Tenía claro hace 25 años que lo suyo era la biología?

La verdad es que no, no creo que nadie lo tuviese muy claro en esos momentos. Sabía que me gustaban las ciencias naturales, tenía un profesor que me encantaba, pero también me estaba formando en el conservatorio como músico. Mi familia me hubiese apoyado en cualquiera de los dos caminos, pero sentí como opción natural las ciencias y me fui a estudiar biología a Santiago.

Se especializó en protozoos ciliados. ¿Qué son y qué importancia tienen para el ambiente?

Son células eucariotas, como nosotros los seres humanos, pero unicelulares y tremendamente complejas. Su importancia radica en que, entre otras muchas cosas, regulan el crecimiento de poblaciones bacterianas, así como de determinados agentes patógenos, y a partir de su concentración se puede conocer el grado de contaminación de medios acuáticos como los ríos. 

Se formó con Wilhelm Foissner, una eminencia en su especialidad. 

Antes de acabar mi tesis en 2007 sobre protozoos ciliados busqué trabajo en esta especialidad en Colonia (Alemania), porque allí estaba mi novia. Acabé la tesis en julio, pero hasta 2008 no empezaba a trabajar en Colonia, y en un congreso en San Petersburgo me encontré a Foissner, con quien ya había estado en contacto. Me ofreció formarme con él en Salzburgo durante tres meses y acepté encantado. Me enseñó muchísimo de ciliados, él tiene más de 600 publicaciones sobre el tema, lo que no es nada común en nuestro ámbito. Después de eso me propuso quedarme, pero me marché a Colonia como tenía planeado, aunque volví más veces a Salzburgo.

En 2015 regresó a España. Vive en Madrid desde entonces, ¿volverá a Galicia?

Sí, mi objetivo es volver, pero el camino de los científicos no es fácil, más bien es cuesta arriba. Ahí fuera -de España- también hay gente que cobra poco o nada por sus investigaciones. Yo mismo tenía una beca de la Xunta en Colonia a modo de sueldo, al menos al principio de mi estancia allí. La única diferencia de los países del extranjero, cuando menos Alemania y Austria, es que la titulación de doctor es muy respetada socialmente.

¿Le hablará de esa realidad a los chicos?

Sí, aunque tendré en cuenta que es una fiesta para ellos, pero también voy a hablar de eso, porque si ves que he estado en tantos lugares -recientemente estuvo en Corea del Sur colaborando en una investigación- te quedas solo con esa parte. No es un camino asfaltado, no todo son maravillas. También voy mentalizado de que no todos tienen porque tener en mente ir a la Universidad, y que cualquier otra opción es igual de válida. 

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