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Los padres, a veces el peor rival del niño deportista

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photo_camera Participantes en una carrera en Castrelo.

algunos padres enloquecen cuando el retoño practica algún deporte de tipo federado y competitivo, arruinando los valores físicos y morales que cualquier disciplina pretende inculcar en los niños

Nadie duda que tener un hijo es una maravillosa experiencia y un formidable reto. Quizá por ello, algunos padres enloquecen cuando el retoño practica algún deporte de tipo federado y competitivo, arruinando los valores físicos y morales que cualquier disciplina pretende inculcar en los niños.

Por desgracia, les habrá sucedido lo que a mí. Asistir a un bochornoso espectáculo en un inocente encuentro de categoría infantil de cualquier deporte. Padres contra padres, padres contra entrenadores, padres contra árbitros, padres contra rivales... Lamentable. ¿Consideramos siquiera educar o dar ejemplo a las generaciones del futuro de esta forma? 

LA TRISTE REALIDAD

Desde hace años, voces muy reputadas advertían de que estos sucesos se reproducían de forma alarmante en España. Si en las canteras de equipos de elite, con la tentadora esperanza de un futuro de vino y rosas, resulta una vergonzosa realidad -por convertir al niño en una mercancía- qué podemos pensar de los casos en equipos de colegio, allí donde el único objetivo debe ser la diversión de los pequeños y, supuestamente, de sus progenitores. Pues así estamos. 

Algunos papis creen que han concebido al nuevo Messi, al nuevo Nadal o al nuevo Gasol. Increíbles deportistas, cuyo talento les predestina a las más altas cotas. Pero el árbitro, el rival, el entrenador, el club, o la propia competición amenazan su carrera con todo tipo de artimañas. ¿Se puede ser tan imbécil? Sí, cuando la pasión y el sentimiento domina a la razón y al sentido común.

APORTAR O APARTARSE

Animar a los hijos a practicar deporte es un deber moral con enormes beneficios para su formación integral. Pero son ellos quienes deben elegir el deporte que más les atraiga, sin que imperen los deseos o frustraciones, más o menos ocultos, de los padres.

El niño tiene que disfrutar y educarse en este medio como un entrenamiento para la vida. Los padres, confiar y respetar al entrenador, árbitros y rivales, dando ejemplo a todos con su comportamiento.

Y si los papis no saben controlarse, hay una sencilla solución. No asistir a la actividad, para bien del resto.

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