Cartas al director

Paisajes con historia

Hoy ha amanecido un día gris. En el horizonte, la línea que separa el cielo del mar, se puede contemplar recta y uniforme, sin alteraciones. La tonalidad del agua toma un color azul plomizo, por el efecto de las nubes que predominan en el cielo. Desde tierra firme, a lo lejos, se distinguen imágenes animadas a ambos lados de la línea que separa los escenarios; en la parte superior: aves que cruzan sus vuelos en el cielo, con la supremacía que les procura el poder agitar sus alas en su compromiso por la vida. En la parte inferior: embarcaciones náuticas, que nos muestran el contorno de su construcción sin complejos, y que, marcando la estela en el mar llevan rumbos y actividades diversas; animales marinos, que bajo el agua, los imagino nadando, con la tranquilidad que les proporciona su medio natural y su morfología, sin nuestros agobiantes protocolos mentales. 

Por suerte, desde mi atalaya, se puede añadir algo de música celestial: el canto melódico de los pajarillos que por aquí cerca vuelan y anidan. 

Y por último, la mejor de las maravillas: el mar, que junto a los fenómenos atmosféricos, nos ofrece, en el mejor de sus escenarios, una variopinta y sublime exposición de su carácter y belleza. Al estilo de cualquier obra de teatro, nos representará su natural estado de ánimo del día. 

Ahora, solo falta o sobra, materializar esta conjunción de fuerzas, para poder otorgar (bajo la batuta de cualquier academia de Artes o Ciencias), su reconocido premio. Por ponerle un toque humanista.