Cartas al director

Paradojas de los partidos "verdes"

Un tanto inadvertidas en España, por el grado de confrontación política doméstica, las últimas elecciones europeas han sido objeto de abundantes análisis políticos en la prensa internacional. No se trata sólo de la sensación de respiro de los europeístas, al comprobar que el avance de los euroescépticos resulta controlable, especialmente cuando se produzca al fin el "brexit", habida cuenta del excesivo número de diputados insularistas que el Reino Unido ha enviado a la Eurocámara.

Otro punto importante de valoración es el aumento real del número de ciudadanos que acudieron a las urnas, de modo particular, gracias a la movilización de la gente joven, que suele estar a favor de Europa. Finalmente, no se despejan las dudas sobre el futuro de los partidos “verdes”.

Parece claro el incremento del peso de las cuestiones ecológicas en la vida pública. Crece la preocupación por la defensa del medio ambiente, aunque los momentos electorales no son los más propicios para la discusión de medidas a largo plazo, indispensables, por ejemplo, ante la grave cuestión del cambio climático. Pero, a diferencia de la aceptación común del Estado del bienestar, sigue siendo debatida la fórmula política más idónea para contribuir a la solución de los problemas. No hay en absoluto unanimidad a favor de la existencia y el trabajo -en cierto modo, unidireccional- de los partidos ecologistas. No faltan quienes consideran, incluso, que sus objetivos están más en la línea del concepto clásico de grupo de presión, o en el más moderno de movimiento, que en el de partido político: como sucede con tantas formaciones que se han presentado a las elecciones europeas, con programas demasiado especializados, como mejora de servicios públicos, desempleo, pensiones, reducción de parlamentarios o aumento de referéndums.