Deambulando

Pedaleando sin prisas

Uno de estos bucólicos valles encajados entre boscosas montañas a 500 m. de altitud.
photo_camera Uno de estos bucólicos valles encajados entre boscosas montañas a 500 m. de altitud.

Un día en las carreras” podría ser una película de los Hermanos Marx, si no fuese de los que yo me hago pedaleando, unos que de carreras solo tienen el recorrido sinuoso de intermitentes subidas, llanos y bajadas propias de esta orografía accidentada por la que debes transitar por sus valles para no implicarte en largas cuestas a los circundantes montes, como a 500 metros de altitud, situados por donde ya el deslizarse plácido. Con todo, un par de veces caí por esos altos donde Riobarba, un apenas poblacho, cuesta creer que capital municipal hasta entrado el pasado siglo, que se trasladaría al marinero O Vicedo. Esto nos da una idea de lo minúsculos que son muchos municipios donde llegar al millar de habitantes es todo un reto. Ya soportar una casa consistorial con sus gastos de alcalde, munícipes, secretario, auxiliar y personal de policía o limpieza, no menos. 

Muchos se empeñan en mantener estos territorios, que pueden serlo en espacio pero no en número de vecinos. En Riobarba, una rústica iglesia en la soledad de algunas dispersas casas, una que fue escuela pública de la comarca de Viveiro, pero que no parece donada por indianos como costumbre por esta Mariña y aledaños astures en los albores del siglo XX, aunque no en su municipal territorio, un  idílico paisaje casi desprovisto de eucaliptos y si abundante en praderías de hectáreas pero donde las vacas no pastan por centenares sino por docenas en una ganadería que no parece intensiva, pero donde el tractor omnipresente, unas cuantas pistas asfaltadas que se mueren en casas o alguna granja y que parece como si por el erario público pavimentadas, un fenómeno que se da por acá con frecuencia. Si siguieras avanzando hacia el oeste te encontrarías con las gargantas del río Sor, ese en el fondo de la Ría de Estaca de Bares o del Sor, que cerca de su desembocadura forma la frontera de Lugo con Coruña. Si continuas dando pedales por esta alombada planicie puedes penetrar en un parque eólico que cada año va creciendo, porque el viento, aunque más brisas que ventarrones es la dominante que garantiza un continuo girar de aspas. Este parque con el de a serra do Xistral acaso sean los mayores de Galicia.

Si dejaste como unas cuantas calorías en el esfuerzo, las bajadas se hacen rápidas y se convierte en un goce para los amantes de este deporte de la bici el transitar por entre densos bosques, curvas de bien asfaltado firme…así se multiplica el deporte de la bici por acá con una prestigiosa escuela de Ciclismo y muchos ciclistas de montaña, carretera o simples paseantes pedaleando por los viales marítimos, y un consolidado respeto por parte de un automovilista que te dejan un espacio, al rebasarte, de no menos de 2 metros. Hay familiaridad con los que damos pedales.

De retorno en un atardecer diáfano y cuando por noviembre el campo aun no de sombras lleno, me paro admirando el espectáculo de miríadas de estorninos formado en esa masa de vertiginosos vuelos a la que van agregándose otras menores que aparecen penetrando entre la masa de los voladores desplazantes sin que ninguna colisión entre ellos se produzca mientas van formando las más caprichosas formas de las que memoria tengamos; giran los de cabeza y parecen como metidos entre la masa informe de los que le siguen sin ningún choque, que milagro pareciere y ciertamente lo es en esa masa en la que no se vislumbra director o directores porque los que encabezan el negro enjambre luego en la cola de la masa y al frente tampoco se vislumbra nadie que conducir pudiere a esos pájaros que si prodigiosos en los cielos, arrasadores de frutos en la tierra. No se sabe o no sé quién guía esas bandadas que a un orden obedecen, y por más de minutos que en leer este párrafo, nos brindan este espectáculo que suele rematarse en un gigantesco ciprés del Monterrey mexicano, que familiar del cedro parece, cuando la ingente bandada se va posando como desprendida para dormitar con el piar continuo de casi todos que se irá apagando en el anochecer; en el amanecer solo tendremos el testimonio de sus incontinentes excrementos.

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