Opinión

Pedorros

El pedorro tiene mala prensa en muchas culturas. Contaba Manu Leguineche en una de sus crónicas afganas, como se referían así, y no por su nombre, a un hombre que hacía años que había salido de su pueblo con esa fama cuando volvió. En Malawi se debatió prohibir tirarse pedos en público en 2011. El presidente catalán, Quim Torra, amenazó con tirarse sus cuescos ante el tribunal que le ha juzgado por desobediencia a la Junta Electoral Central. Dijo que había comido flatulentas munchetas -judías- con butifarra y que ya decidiría lo que haría en la vista. Las crónicas no relatan que sus cuescos hicieran acto de presencia en la sala. Pedorro, además de  ser el que echa pedos repetidos tiene una segunda acepción coloquial para referirse a una persona “tonta, ridícula o presuntuosa”. A elegir. Pero para ser un buen pedorro hay que saber interpretar el himno propio con un instrumento de viento soplando por el culo. Es lo que hacía Joseph Pujol, conocido como Le Pétomane, un músico francés descendiente de catalanes que tocaba de esta forma La Marsellesa en el Moulin Rouge. 

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