EMPRENDEDORES Y MÁRKETING

La película “Seven” y las reflexiones que deja a los nuevos emprendedores

Morgan Freeman y Brad Pitt, protagonistas de la película Seven.
photo_camera Morgan Freeman y Brad Pitt, protagonistas de la película Seven.

Siempre me pregunto que quién no haría lo que hace Brad Pitt al final de la película.

Pero hoy no quiero desarrollar este texto para hacer una crítica cinematográfica, sino para ver si tú, querido emprendedor, estás cometiendo alguno de estos siete pecados capitales, porque si es así, tienes muchas probabilidades de ir hacia el infierno del fracaso.

¿Dirías que la pereza te acompaña en tu quehacer diario? Pues permíteme que te diga que si es así, tienes que empezar a ponerte al día en tus tareas de facturación, en llevar al día tus presupuestos, en cobrar a tus clientes de una manera regular, en tener esa reunión con tus empleados que hace meses que vas retrasando. No seas perezoso, porque la imagen que se llevarán tanto tus clientes como tus empleados de tu persona no será nada positiva.

Pero cuidado, y controla tu lujuria; y en este punto no me refiero a tu deseo sexual incontrolable, sino a otro tipo de compulsión. ¿Trabajas a todas horas? ¿Eres de estos que antes de estar con tu familia o tu pareja prefieres estar en tu trabajo? ¿Eres de estos emprendedores que creen que todas las horas que inviertas en tu negocio son pocas? Pues háztelo mirar y ten cuidado, que no es el mejor vicio que podrías tener.

Aunque quizás me dirías eso de que trabajas mucho para garantizarte una vida digna a ti y a los tuyos. Y estoy de acuerdo con eso, pero no caigas en la avaricia y que cualquier cantidad de dinero que obtengas te parezca poca cosa. Está bien ganar dinero y garantizarte una vida tranquila para el futuro, pero no olvides que tu familia te necesita a ti más que a tu dinero.
Y mucha atención a los excesos y a las demostraciones públicas de tu estilo de vida. Siempre opino que si las cosas te van bien, no tienes porqué ocultarlo, pero cuidado con esas comilonas y esas juergas que son más propias de personas con gula. Me encantan los emprendedores que tienen fama de trabajadores, de currantes, de personas que dan ejemplo, pero no me gustan nada esos emprendedores que son conocidos y reconocidos por las fiestas y esas comidas y cenas que se meten entre “pecho y espalda”.

Los éxitos propios y ajenos
Oye, ¿y tú eres de estos emprendedores que, con independencia de si te van bien o mal las cosas te molesta que les puedan ir bien a los demás, incluso aunque no sean ni competencia tuya? ¿Eres de esos emprendedores que siempre achacan que los éxitos de los demás no se deben a su esfuerzo y su trabajo, sino a golpes de suerte? Pues si éste es tu caso, diríamos que tienes que empezar a trabajar el cómo mejorar tu pecado de envidia. Es más te recomendaría que entiendas que para que a ti te vayan bien las cosas, no les tienen que ir mal a los demás, sino que podéis tener éxitos muchos emprendedores al mismo tiempo, que para eso el mundo es muy grande. 
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ncluso te diría más: si te van las cosas mal o no tan bien como esperabas que te fueran, cuidado con esas demostraciones de ira, tanto con clientes, con empleados como con personas de tu entorno de familia y amigos. Los demás no tienen la culpa de tus males, así que no pagues con los demás tus frustraciones y piensa en positivo y agradece cualquier apoyo y cualquier sugerencia de todas las personas que te aprecian.

Pero si grave sería pecar en cualquiera de los seis que acabo de nombrarte, debes cuidar mucho cualquier pecado de soberbia, porque suele ser la base de los demás. Es bueno aspirar a ser el número uno en tu sector, es interesante que te marques como reto superar a los demás, pero cuidado con ser vanidoso y marcarlo como el “único” objetivo y, sobre todo, sería imperdonable el que hicieras ver a los demás, de manera ostensible que estás por encima del bien y del mal. ¿Conoces a algún soberbio que tenga muchos amigos?
Así que, querido emprendedor, después de leer estas líneas, te recomiendo que hagas examen de conciencia, que te arrepientas y hagas propósito de enmienda, que confieses tus pecados y que cumplas tu penitencia, que en este caso, tan solo consistiría en enmendar ese error lo antes posible.
 

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