LA DROGA, EN EL PUNTO DE MIRA

El "pequeño repunte" de la heroína resucita los temores en Ourense

Hay nuevas incorporaciones entre los más jóvenes, aunque su consumo sigue siendo residual

España está revuelta por un temor: la amenaza de la vuelta de la heroína, esa lacra que segó miles de vidas en los 80 y los 90 y que complica la vida en las calles de muchas ciudades y amenazó la convivencia durante muchos años. Madrid, Sevilla, Barcelona, recientemente A Coruña... hay un clamor ante el repunte de la heroína en muchas de las grandes capitales del país. Todo, importado de Estados Unidos, donde hace años que alertan de que el consumo de esta droga está en franco aumento. ¿Y en Ourense, qué? "Hai novas incorporacións ao mundo da heroína, en certo modo hai un leve repunte, pero nada parecido ao que se viviu nos anos 80", señala Víctor Feijóo, del Comité Cidadán Anti-Sida de Ourense. 

"Aquí va a llegar. Somos una ciudad pequeña y tardará, pero cuando en A Coruña y Vigo sea una plena realidad, se dejará notar aquí. Hay que estar alerta", señala Patricia Pérez, trabajadora social de Proxecto Home, entidad que trabaja para conseguir la abstinencia de los drogodependientes que deciden desintoxicarse. 

El consumo ya no es lo que era, al menos la forma de administrarlo. Las inyecciones vía intravenosa de antaño se han ido sustituyendo progresivamente por la heroína fumada o inhalada, que es el método de administración más común entre los jóvenes ourensanos, según las fuentes consultadas por este periódico.
Poco a poco, los drogodependientes de carácter marginal, como siempre se ha considerado a estos consumidores de heroína – alejados del perfil de los que consumen cocaína, una droga con un carácter mucho más lúdico y asociado a la fiesta- han ido desapareciendo de las calles. 

Los denominados "narcopisos", cuya existencia es reconocida por todas las fuentes consultadas, es la nota predominante ahora. Pagando, claro está, muchas zonas tradicionales de la droga ofrecen alojamiento para los que se van a meter un "chute". Recientemente, la Policía clausuraba uno de los céntricos "narcopisos" en la rúa Liberdade, lugar comúnmente conocido entre los habituales como "ventanita del amor", y en la que era habitual la venta de estupefacientes. 

Pese a todo, los tradicionales "chutaderos" siguen activos en la ciudad, como este periódico pudo comprobar in situ. Pese a la importante labor que hacen desde Anti-sida, Proxecto Home o ATOX, no son pocos, sobre todos los de la "vieja guardia", que siguen utilizando enclaves distribuidos por la ciudad para inyectarse esta droga. 

Uno de ellos está en las inmediaciones de la estación de San Francisco, dentro del túnel por el que transcurren las vías del tren, y que  esta misma semana mostraba una imagen dantesca con restos de jeringuillas y distintos productos que usan para inyectarse la heroína. También sigue activo el tradicional "chutadero" situado en los alrededores de la antigua cárcel de As Burgas, así como otros puntos como el túnel de los muelles de la estación de tren. 

Ni mucho menos llega a las imágenes  presenciadas hace dos décadas en el Casco Histórico, donde era habitual presenciar pinchazos en plena calle, pero el problema, de forma residual, permanece. 


Un "chute" de heroína, más barato que una copa o 20 cigarrillos


20181208171453477_result"Hai un pequeno, pero moi pequeno repunte da heroína, xente que vén principalmente da cocaína e que usa a heroína para baixar o subidón, para contrarrestar. O problema é que algúns quedan enganchados", explica Víctor Feijóo. Este análisis lo comparte Patricia Pérez, que también coincide en asegurar que la heroína sigue asociada a la marginalidad.

 En la ciudad sigue siendo más difícil de obtener que otras sustancias, pero mucho más asequible para el bolsillo, casi como comprar un paquete de tabaco y menos ya que una copa. "Por 5 euros pueden tener un chute, se la venden por micras, los consumidores de cocaína necesitan más dinero", dice Pérez. En ese sentido, Feijóo añade que con la cocaína "para que permanezca el efecto hay que consumir de forma continuada, mientras que la heroína precisa de menos dosis para mantener el efecto". 

El problema permanece, aunque parece haberse invisibilizado para parte de la sociedad ourensana por la presencia de los denominados "narcopisos", en los que se vende y consume, previo pago. Pese a que el repunte parece notarse en A Coruña con más fuerza, en Ourense consideran que "no es notorio" y que llegará "más tarde". Sin embargo, desde Proxecto Home animan a "estar atentos" para evitar que aparezcan nuevos adictos en edades tempranas. 
"Generalmente esos nuevos consumidores proceden de familias y entornos desestructurados, gente con una adolescencia complicada...", señala Pérez. En ese sentido, destaca que ha conocido gente joven, que entra en la cárcel con 18 años y que ya es adicta a estas sustancias. 

En lo que todos coinciden es en que esta droga no está presente en los entornos festivos, zonas de bares... es una droga que no se usa de forma lúdica y, de momento, salir de noche no es un peligro per se para caer en ese mundillo. Salir de la heroína no es fácil. "Vino un chico joven, con el que estábamos trabajando en la abstinencia, y ya lo vi varios días sudando, y aunque me negaba que había recaído, lo noté al momento. El deterioro es inminente", advierte esta trabajadora social. Desde el Comité Cidadán Anti-Sida, Victor Feijóo señala que con "sete, oito ou nove veces xa podes ter un pequeno síndrome de abstinencia", lo que habla a las claras del poder de adicción del "caballo" en las personas. 

En todo caso, él es claro: "A prevalencia segue a ser case igual que anos atrás, polo que non debemos xerar alarma". La diferencia, a veces, pasa por diferencias la alerta y la alarma, y en este caso, el primero de los términos parece el correcto. Ojo avizor, la cosa puede ir a más. 

“Fumada da como menos miedo que inyectada"
"Hace 20 años estaba prácticamente erradicada y desde entonces ha habido un repunte", relata al otro lado del teléfono un miembro  de una de las asociaciones que atiende a personas adictas a diversas sustancias. "A título personal, cuando me fui al extranjero era la época de los 'yonkis' en España, y a mí no me tocó por meses. Cuando llegué, parecía que ya estaba muriendo. Todos sabíamos ya que era súper adictiva y que si la consumes te engancha. Mi sorpresa fue cuando en el 2000 empecé a ver que había un repunte en heroína otra vez. Y ahora sí es cierto que lo hay, y de gente joven. Fumada da como menos miedo que inyectada, hoy ya inyectada no lo hace casi nadie. Solo aquellos enganchados de la vieja guardia. Hoy básicamente es fumada en base", señala este ourensano, que se de define como uno de la "generación perdida" de los 60. Recuerda que en tiempos la consumían los de "alta sociedad", un patrón que ha cambiado.  Ahora, "es una droga mucho más democrática, no entiende de edad o condición social en muchos casos. Mucha gente que llega de la calle no nació en la calle". 

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