Opinión

Perpetua para El Chicle

José Enrique Abuín Gey “el Chicle” es legalmente el “presunto” aunque confeso asesino de Diana Quer, de 18 años, y que pudo haber hecho igual 16 meses después con otra chica.

Estos días se le juzga por su intento con esa otra joven cuyo forcejeo y la aparición de dos jóvenes al oír sus gritos evitaron que la metiera en el maletero de su coche para llevársela, posiblemente violarla, matarla y arrojarla al pozo donde ya estaba el cadáver de Diana. Ese caso llevó a la detención del depredador y su confesión a recuperar el cuerpo de Diana el 31 de diciembre de 2017, 497 días después del 22 de agosto de 2016, cuando la secuestró, violó, mató y arrojó al pozo. Este asesino en serie demuestra que los legisladores no quieren proclamar por corrección política que hay seres que no deberían volver a la libertad nunca: malvados así nunca serán rehabilitables.

¿Qué decir, como de “el Chicle”, del violador-asesino de niñas como Mari Luz Cortes, de la que mató a Gabriel Cruz o del padre o la madre que asesinan a sus hijos?

El Artículo 15 de la Constitución abolió la pena de muerte, aunque la mantiene para las leyes penales militares en tiempos de guerra. No se enmendó la Constitución en ese punto, pero si el Código Penal Militar, que eliminó treinta menciones a esa pena. Sería deseable que, corrigiéndola, desapareciera de la Constitución, pero que también se enmendara parte del enunciado del Artículo 25.2: “Las penas privativas de libertad y las medidas de seguridad estarán orientadas hacia la reeducación y reinserción social (…)”.

Nada de “prisión permanente revisable”: seres como “el Chicle” no son reeducables ni deben pasar un solo día de su vida en libertad.

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