La Unidad Residencial Medicalizada de Piñor se despidió ayer de los últimos cuatro pacientes ingresados con coronavirus. Desde la adaptación de la primera planta del centro hospitalario, el pasado 12 de abril, el equipo atendió a 80 mayores, principalmente de residencias de la tercera edad. "Hay satisfacción, no lo vamos a negar, pero esto es un stand-by. Hemos adquirido cierto rodaje para esos hipotéticos repuntes que se pueden dar", apunta Álvaro de Castro, encargado de la coordinación médica del centro.
"No sabíamos lo que podía venir y al mismo tiempo teníamos la experiencia de lo
que había pasado"
El personal, formado por más de una veintena de personas, vivió los momentos más duros al inicio: "No sabíamos lo que podía venir y al mismo tiempo teníamos la experiencia de lo que había pasado en otras zonas de España". De Castro, que valora en positivo el cribado de residencias de mayores: "Nos permitió trabajar con previsión de los pacientes que podían venir". Los mayores tratados en Piñor presentaban un grado de dependencia mayor que los atendidos en la residencia integrada de Baños de Molgas, también creada a raíz de la crisis. "Fue más fácil poner esta unidad en marcha, este hospital se creó para atender enfermedades infecciosas, y el que tuvo, retuvo", comenta. El médico también destaca las instalaciones de Piñor, que permitieron a los pacientes salir a las terrazas y tomar el sol en alguna ocasión: "Eso ha ayudado a muchos pacientes".
De cara al futuro, De Castro tiene clara la necesidad de "repensar" los modelos de asistencias a los mayores en los centros: "Aquí teníamos personal 24 horas, no lo tiene cualquier centro".
