Cartas al director

Por el amor de una mujer

“Son las cosas de la vida son las cosas del querer/ no tienen fin ni principio/ ni tienen como ni por qué” 

(Canción a duo de Manuel Bandera y Angela Molina).

Hay que ver lo que se hace por el amor de una mujer. Nuestro alcalde, siguiendo su plan de prometer grandes proyectos para nuestra ciudad, se ha despachado gustoso, revelando a los congregados en su pregón en las fiestas del barrio de San Francisco otra de sus fantasías: construir un sistema de escaleras mecanizadas desde la rúa do Progreso hasta San Francisco, para acceder al centro cultural neurálgico de la urbe (Auditorio, Escuela de Arte Dramático, Biblioteca, Claustro, etc.). Ha superado a aquel proyecto no ejecutado de Manuel Cabezas que prometía un teleférico desde Praza das Mercedes hasta Monte Alegre. 

Aliméntale cierta razón de peso sentimental. De lo contrario no se entendería materialmente ese proyecto de infraestructura, todo un reto para la ingeniería civil. Se comprometió a revelarlo en breve a los medios de comunicación. Mientras, eso sí, ha desvelado su querencia al barrio, en el que habiendo estado a punto de ligar a sus quince años, conoció a una joven por la que bebe los vientos. E que os amoriños primeiros son moi malos de olvidar, coma a raíz do toxo verde que é moi mala de arrincar. Lean: “Llevo treinta y cinco años enamorado de una alumna de las carmelitas”. Tanta emoción obnubiló su mente, pues se supone que tal amor platónico se refería a una ex alumna. De lo contrario en treinta y cinco años, la mujer amada de seguir en dicho colegio habrá vestido hábito como doña Inés de la obra de Zorrilla.

Errar es humano. Y en el ars amandi, no cabe sacar fuera de contexto las palabras. Decía Camilo José Cela que “el amor es un estado de idiotez… agradable”. Lo que ya no es tan agradable es que ese estado le lleve a prometer un sistema complejo de infraestructura, como compleja será su financiación para el montaje y conservación, como ya lo son la cantidad de escaleras mecanizadas que aflorarán como setas, prometidas ya para la ciudad. Bastaba que al encontrarse con su amor, le dijera tantas cosas o, quizás, simplemente, le regalara una rosa.

Ayer mismo compartí larga y amena charla con un amigo, veterano funcionario de la Biblioteca. Abordamos, amén de nuestra afición a la lectura, el difícil acceso al ahora centro neurálgico de la cultura en Ourense. Llegábamos a la conclusión de que debería habilitarse una nueva línea de autobús urbano. Pensé en un trayecto cultural: Estación Intermodal-Av Caldas-Vicente Risco-Curros Enríquez-Otero Pedrayo-R. Castelao-C. Quevedo-Av Habana-Juan XXIII-Concejo-P. San Lázaro-C.Enriquez-Av Habana (de invertirse el sentido anunciado)-Pardo Bazán-Auditorio. Pero lego soy en ingeniería como en política. En tales menesteres ha de ser más avezado quien es alcalde. Un alcalde capaz de  dar todo, por el amor de una mujer. “Cherchez la femme, pardieu! Cherchez la femme”, diría Alexandre Dumas (“Les mohicans de París”).