LEB ORO

Por favor, expliquen a este COB

OURENSE 02/03/2018.- Cob-Prat, partido de baloncesto. José Paz
photo_camera OURENSE 02/03/2018.- Cob-Prat, partido de baloncesto. José Paz

El equipo entrenado por Gonzalo García sigue progresando y sorprendiendo a todos sus rivales por su capacidad de adaptación a los partidos

Doctor, necesito una consulta urgente en su diván. Yo no entiendo nada. No me explico cómo demonios funciona este mundo.

Le explico. Hace unos meses me encontré sumido en una depresión incurable. La pelota me parecía un artilugio infernal. Mi COB era una procesión de almas en pena. Superados, derrotados, a veces incluso humillados por cualquier equipo del tres al cuarto de esta LEB Oro.

Cada semana miraba la clasificación con una aspirina sobre mi lengua seca -¿no dicen que es buen remedio contra los infartos?- y las manos temblando. Hubo un día, maldito día, en el que llegamos a estar en el fondo de la clasificación. Una victoria y 14 derrotas. Como cantan mis admirados Panchos -sólo los escucho cuando me deja mi novia- estábamos perdidos, sin rumbo y en el lodo.

OURENSE 02/03/2018.- Cob-Prat, partido de baloncesto. José Paz¿Cuál era la explicación a tanto desatino? No lo sé, pero vive Dios que encendí hasta 15 velas en la capilla del Santo Cristo, consulté a todas las videntes de la provincia. Incluso contraté la ayuda del Maestro Waeke, sabio africano capaz de curar la impotencia, el desamor, el cáncer y la ceguera, no sé si por este orden exacto. Pero ni siquiera este prestigioso galeno encontró remedio a la mayor crisis, deportiva y mental, del COB.

Mi vida no tenía ya sentido. Con un pie en la LEB Plata, es decir, en un lugar a medio camino entre Detroit y Nairobi, sólo pensaba en la forma de poner fin a todo. Con o sin nota firmada. De forma más o menos dolorosa. ¿Dolor? Dolor era ver las pérdidas de Johnson, las faltas de novato de Ndoye, la ausencia de Manzano, la defensa de Kohs, las lesiones de Uzas...


Entonces, la primavera


Todo cambió poco antes de expirar el 2017. Y casi hacerlo yo. Entonces aparecieron ellos dos en la pista. Zamora ya era un viejo amor, de esos que dejan una deuda pendiente. Rozitis, todo un flechazo. Ellos llegaron durante el crudo invierno y convirtieron a un grupo de desheredados en una falange inexpugnable, más sólida en cada partido. Desde entonces sólo existe la primavera en mi vida.

No importa el rival. No importa el pabellón. No hay lugar para el desánimo y siempre hay un momento para la sonrisa. Quienes antes vagaban por la liga ahora la sobrevuelan con la suficiencia y rapacidad de un halcón maltés.

Tras ese infausto 1-14 vivimos un 9-1. No cabe más dicha en el Pazo y en mi vida. Volví al trabajo con una sonrisa. No lo hice con mi novia, pero poco importa, porque tengo una en cada barrio. Y si ellas me fallan, tengo a Zamora y Rozitis. Y retomé el idilio con Johnson, Ahonen, Moreno y compañía.
¿Será por los jugadores? ¿Será por Gonzalo García? ¿Será porque soy ourensano? ¿Será porque me falta un tornillo? No lo sé.
Deme usted, señor doctor, una explicación científica y razonable a lo que sucede esta temporada con el COB. Me dijeron que recuriese a Freud, pero apenas paso del Froiz.

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