El 2021 empezó siendo un año de lo más prolífico, primero el frío y la nieve que trajo Filomena, que en Galicia pasó de largo, luego la lluvia y la subida de las temperaturas con Gaetán, Hortensia vino con más precipitaciones y ahora estamos con Ignacio. Así de intensas son las borrascas con las que hemos empezado el mes de enero, pero: ¿de dónde salen estos nombres, quién se encarga de escogerlos?
Podríamos considerar que las denominaciones son "de casa" ya que es la Agencia Estatal de Meteorología, junto a su homólogo francés, MetéoFrance, y el IPMA, el Instituto Portugués del Mar y la Atmósfera, los que se encargan de elegir los nombres que se usarán en cada temporada.
Su selección no es aleatoria, se hace siempre en orden alfabético, regido por el abecedario, de la A a la Z y se alterna entre femenino y masculino pero tan solo las borrascas o temporales con mayor riesgo de alerta en el país reciben nombres propios, es decir, aquellas que provocan rachas de viento incontrolables, que afectan a diferentes zonas y que obligan a activar avisos rojos y naranjas, sin necesidad de experimentar un proceso de ciclogénesis explosiva.
Este es el listado publicado por la Aemet de los temporales que pueden producir un impacto de bienes y personas en el 2021.
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— AEMET (@AEMET_Esp) October 1, 2020
La nueva temporada de nombramiento de borrascas🌀 con gran impacto se inicia con la #borrascaAlex
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La disposición de los nombres van en dirección contraria a las agujas del reloj para reproducir el movimiento de las borrascas del hemisferio norte. En Reino Unido e Irlanda se demostró que la población prestaba más atención a los avisos de fenómenos atmosféricos desfavorables cuando estaban asociados a nombres propios.
¿Cuál es el origen de los nombres?
Todo se remonta a finales del siglo XIX, cuando Clement L. Wragge, meteorólogo australiano, decidió usar nombres de mujer para designar los fenómenos meteorológicos. La alternancia de los nombres surgió después de la creación del Centro Nacional de Huracanes.
Y... ¿en Europa?
Fue en el 1954, cuando la Universidad Libre de Berlín bautizó a las borrascas y los anticiclones. Sin embargo, ponían cualquier nombre a cualquier frente destacado sin hacer distinciones. La AEMET junto MeteoFrance y el IPMA, bautizaron desde el 1 de diciembre de 2018 a las borrascas más atenuantes, ciclones de entre los 30 y 60 grados que provocan rachas de vientos muy fuertes.