Opinión

Préstame un niño

Se presupone que el que ordena escribir en el Diario Oficial de Galicia la orden de cierre de dos escuelas del rural lo hace con el corazón encogido. Acaba de firmar, quizá sin pretender, la sentencia de un lugar. Sin el café de los maestros y de los contados padres un día también cerrará el bar y después desaparecerá el pueblo. 

La Consellería de Educación mantiene el criterio de los últimos años de clausurar los centros con cinco o menos alumnos y una vez hecho el recuento de matrículas para el próximo curso, las escuelas de educación infantil de Apeadeiro, en el municipio coruñés de Cambre, y la de Solbeira, en el ourensano de Paderne de Allariz, sólo cuentan con tres solicitudes respectivamente. Asegura el departamento que dirige Román Rodríguez que los seis alumnos "tienen asegurada una plaza escolar en otro centro educativo próximo" y suena a disculpa retórica. El titular sería que los dejasen sin escolarizar. 

Aunque sin niños no puede haber escuela, estamos ante el dilema de la gallina y el huevo. Esta decisión también aclara que sobre la despoblación del rural y la demografía se están dando palos descoordinados. Mientras los concellos ourensanos ofrecen facilidades, ayudas y subvenciones de todo tipo a los jóvenes que decidan emprender en sus municipios para fijar población, la Xunta contribuye a desanimar al personal con una política de inflexibilidad con la cuenta. El mensaje es contradictoriamente demoledor si de verdad se pretende volver a ocupar el territorio y recuperar el latido del interior. Lo sensato sería mantener el centro operativo mientras quedase un alumno en previsión de intentar conseguir más. Los alcaldes acabarán pidiendo niños y adultos prestados para mantener los servicios.

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