Desde el principio de los tiempos, la danza, el baile o cualquier tipo de ritual similar forman parte intrínseca de cualquier civilización y cultura.
Suponemos que nuestros ancestros, al igual que nosotros, sintieron la necesidad de expresar su estado de ánimo con los movimientos corporales, más o menos ornamentados. Que esta serie de acciones, más o menos improvisadas o estructuradas, se empleaban en los momentos trascendentales: Un nacimiento, una defunción, una victoria, una unión, una caza fructífera, un ritual religioso... Donde algunos miembros de la tribu destacarían sobre el resto por su facilidad de expresión y movimiento.
Las fuentes citan a la Grecia clásica como la civilización donde la danza pasó de ser una costumbre popular y espontánea a alcanzar el grado de creación artística más compleja y estructurada.
Su propio camino
Los expertos marcan el siglo XVI como el nacimiento de la danza moderna, considerando al ballet en su nivel más alto y culto. La danza adquiere su autonomía frente al teatro y la ópera, desarrollado por los primeros coreógrafos especializados y llevado a su máximo esplendor por bailarines profesionales, auténticas estrellas en su momento. Muchos de estos creadores romperán con el estilo clásico y crearán nuevas formas. Esas nuevas formas se fusionarán o no con lo clásico o lo popular, creando la mezcolanza de posibilidades infinitas del presente.
Una más en el gimnasio
Todos los centros deportivos incluyen algún tipo de danza en su oferta. Actividades -en su mayoría colectivas- dirigidas por un profesional -o debería- con los conocimientos y titulaciones adecuados. Desde el ballet clásico a las danzas urbanas más actuales. Aportan enormes beneficios sociales y psicológicos para sus practicantes, sin importar la edad.
Si además buscamos la mejora de nuestra condición física, desde los años ochenta existe el Aeróbic, una actividad estructurada y diseñada para ello, que además nos permite disfrutar, socializar y sentir la música. Quizá no viva su mejor momento de popularidad, por ello no encuentro mejor motivo para animarles a probar y desterrar mitos. ¡Adelante!