Problemas derivados de la falta de higiene íntima

LR 171 HIGIENE Y SEXUALIDAD

Cuidar la higiene personal forma parte de la rutina diaria de cualquier persona. Lamentablemente, en demasiadas ocasiones es inexistente o no se procede de la manera adecuada, por desidia, por mero desconocimiento o porque la persona no se encuentra en plenas facultades psíquicas y/o físicas.

Los microrganismos anidan allá donde hay suciedad, y el cuerpo humano les proporciona el hogar perfecto. De la falta de higiene personal se derivarán consecuencias más o menos obvias, comenzando por el mal olor. Incluso cuando éste es incontrolado (en enfermedades como la alitosis, por ejemplo), se convierte en estigma social, más aún si es una cuestión de falta de voluntad.

Las autoridades sanitarias recomiendan, además, tener especial cuidado con algunas partes concretas del cuerpo, como las manos. Lavárselas con agua y jabón con asiduidad constituye una manera bastante eficaz de prevenir numerosas enfermedades infecciosas, así como de que éstas sean propagadas. Un ejemplo es la hepatitis A, que se transmite a través de alimentos que han sido contaminados con heces. Las manos, que son utilizadas para tocarlo todo, pueden contener nada más menos que unas 800.000 bacterias.

Higiene íntima

Lo de la falta de conocimiento es aún más relevante cuando hablamos de higiene íntima. En determinadas sociedades, lo que está relacionado con el aparato genital sigue constituyendo un tema tabú, por lo que niños y niñas carecen de la educación adecuada no solo, por supuesto, en materia de sexualidad, sino también en lo que respecta a la higiene. En lugares como India, de hecho, muchas mujeres siguen siendo consideradas impuras cuando tienen la menstruación.

La escasa o nula higiene íntima, por tanto, puede derivar en problemas de calado que terminarán con una visita al especialista. En el caso de las mujeres, uno de ellos es la mucosidad vaginal continua, que puede derivar en secreciones vaginales continuas. Puede incluso que éstas tengan mal olor, o incluso pueden ser fruto de infecciones como las enfermedades de transmisión sexual.

Las infecciones vaginales, como la vaginosis bacteriana, también pueden ir asociadas a no proceder a los cuidados y a la limpieza específica. Los picores o las secreciones en forma de moco de un color sospechosamente verdoso o amarillento constituyen una pista relevante para tratarla de inmediato, y evitar que se transmita al cuello del útero para que aparezca la temida cervicitis.

La infección de orina, la irritación vaginal o el mal olor también pueden ser consecuencias de la falta de higiene íntima, en el caso de las mujeres.

El aparato genital masculino puede parecer, a priori, menos delicado que el femenino. Sin embargo, también existen problemas asociados a la falta de higiene íntima en un hombre, mencionando nuevamente las infecciones.

El hombre debe limpiar correctamente el sudor que queda en la zona de la ingle, que está más concentrado en la zona. Además, es importante descubrir el glande, llevando el prepucio hacia atrás, para evitar que se concentre suciedad y bacterias en la zona. El esmegma es, precisamente, es una concentración de células muertas, aceites propias de la piel, humedad y bacterias que se concentran bajo el glande. La circuncisión no hace que desaparezca el problema ya que, de hecho, el pene queda más expuesto. Ese líquido blanquecino también se deposita en los órganos genitales de las mujeres.

Limpiar adecuadamente, tratar especialmente el vello público por la cantidad de microorganismos que en él anidan y llevar una ropa interior adecuada son también, pues, tareas del hombre.

Los básicos

El agua y el jabón apropiado constituyen la mejor herramienta para limpiar la zona íntima, en ellas y en ellos. De hecho, los jabones perfumados pueden ser poco recomendables, porque contienen soda caústica que es perjudicial para la zona vaginal.

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