entrevista

María Eugenia Cid: "El psicoanálisis tiene mala fama por obligar a pensar"

La celanovesa María Eugenia Cid.
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La celanovesa María Eugenia Cid ha sido nombrada presidenta de laFederación Europea de Psicoterapia Psicoanalítica

La Federación Europea de Psicoterapia Psicoanalítica es la única entidad internacional relacionada con este tipo de terapia. Tras estar al frente de sus homónimas madrileña y española, la celanovesa María Eugenia Cid acaba de ser nombrada como su presidenta.

¿Qué retos se le presentan como presidenta de la Federación Europea de Psicoterapia Psicoanalítica?

Es una gran responsabilidad porque son muchos países con características muy distintas, pero lo bueno de la Federación Europea es que ha conseguido aunar lo común en la formación del psicoterapeuta psicoanalítico. Todos los países tienen sus peculiaridades y debemos velar por un mínimo. Esto es muy importante porque en muchos países la profesión no está reglada oficialmente. Pero incluso en aquellos donde sí lo hay, por ejemplo en Alemania o los países nórdicos, es importante que haya asociaciones comprometidas con la formación, la investigación, el desarrollo del conocimiento... Esa es la base y nada de esto se aprende en la universidad, que en España y en muchos países está dirigida por el conductismo y el cognitivismo y no se enseña nada de psicoanálisis.

Los que no entendemos del tema pensamos en psicoanálisis, se nos viene a la mente Freud y poco más. ¿Qué es realmente este tipo de psicoterapia?

Se viene a la mente Freud porque habló de que en la mente había una parte consciente que nos pone en contacto con la realidad externa, pero él descubrió el inconsciente y con ello un terreno absolutamente desconocido. Llegó a decir, y algunos seguimos pensándolo, que muchas de nuestras conductas están afectadas y derivan de esa gran parte inconsciente. Lo novedoso de Freud, es que habló del efecto de la sexualidad infantil, que quedaba reprimida justamente en el inconsciente pero afectaba el desarrollo de la personalidad. El psicoanálisis, como toda la ciencia y conocimiento ha sufrido una gran evolución. Todos partimos de Freud y después ha desarrollado por ejemplo en el mundo anglosajón otras teorías como la de Melanie Klein, que es la que yo sigo, que tienen en cuenta el efecto de las relaciones más tempranas del bebé con la madre y cómo esa relación impregna todas las relaciones posteriores. Cualquiera que sea la teoría es un mundo muy interesado en las emociones y cómo impregnan nuestra forma de ser. 

O sea que cuando un paciente acude a este tipo de terapias, lo que se intenta es ponerlo en contacto con su yo más escondido.

Claro, para que se entienda a sí mismo. El psicoanálisis es una terapia muy experiencial porque no le damos consejos, ni recetas a los pacientes, sino que a través de la propia relación con el analista se va descubriendo. Es una terapia muy compleja y a la vez muy simple porque el paciente despliega cómo se siente y poquito a poco va entendiendo lo que le pasa. Por eso tiene tan mala prensa, es una terapia que ayuda a pensar, que promueve pensarnos a nosotros mismos y eso hoy no está muy de moda.

¿Es mejor no entender por qué actuamos como actuamos?

Exactamente. Hacer la vista gorda sin pensar en qué me pasa y tomar una pastilla para todo. Ese tipo de terapias son mucho más superficiales, no tienen en cuenta la complejidad del ser humano. Son todas respetables pero yo no me identifico con esa forma de pensar. La psicoterapia psicoanalítica es derivada del psicoanálisis, el cuerpo teórico es el mismo, pero varía técnicamente, es de menos tiempo y no tan intensa, pero la forma de pensar es la misma y es muy eficaz.

¿La psicoterapia psicoanalítica varía mucho entre países?

No, el contenido es el mismo, porque todos estudiamos lo mismo. Hay diferencias en el nivel de desarrollo. En los países escandinavos está dentro de la Seguridad Social, por ejemplo. En países como España no hay desarrollo en la parte pública. Otros países, por ejemplo los del Este, están empezando. La federación tiene que velar por un mínimo común y trabajar para que esos mínimos sean lo más elevados posible.

Hay trabajo por delante. 

Muy interesante, pero sí, intenso también. Tenemos que desarrollar donde sea necesario congresos, actividades clínicas, formación..., pensando que el servicio que ofrecemos a los pacientes tiene que ser el mejor posible. Somos una profesión de alto riesgo, estamos en contacto continuo con el sufrimiento humano y eso supone que nosotros tenemos que estar muy bien formados. De ahí la importancia de un tratamiento personalizado, para no confundirnos.

Porque al final tienen que ser fuertes para que las emociones del paciente no le afecten.

La cuestión es que te tienen que afectar para poder ayudarle, pero poniendo la distancia emocional adecuada con cada persona que estás tratando. Después de 30 años, yo aún voy a Londres a supervisar casos graves, porque la mente humana es muy complicada. El paciente deposita toda su confianza en nosotros.

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