Opinión

Queridos compañeros

Uno de los placeres cotidianos de mi ya larga vida es levantarme de la cama, abrir la puerta de casa y recoger el periódico, La Región, naturalmente. En camisón, sin lavarme aún y con el café en la mano, es un placer darle una primera lectura, incluidas las esquelas por lo que tienen de información local y social (tampoco voy a negar su importante aportación a la economía del periódico).

No somos los periodistas ni héroes ni irresponsables, solo nos motiva lo que los de mi quinta llamamos "vocación"

En los últimos días, este placer se ha multiplicado al recordarme que en medio de la incertidumbre vosotros seguís ahí, sin miedos, o controlándolos, ejerciendo el periodismo más puro, el que cuenta cosas y las cuenta bien. Una vez más, cuando hay guerras, tragedias, catástrofes a las que es difícil o imposible llegar, allí hay un periodista dispuesto a contarlo. No somos los periodistas ni héroes ni irresponsables, sencillamente nos motiva lo que los de mi quinta llamábamos “vocación”, uno no se sabe qué te lleva a hacer lo que tienes que hacer: contar lo que está pasando. Pero ese esfuerzo se perdería sin la eficaz ayuda de los fotógrafos, los de márketing, los publicitarios, los maquinistas y, por los repartidores (tradicionalmente eran siempre mujeres y desde hace unos años es también profesión de hombres) que lo dejan a la puerta de mi casa o en el kiosko. En estos días en los que el silencio de las calles se rompe a las 8 de la tarde con los aplausos que salen de los edificios, yo, además de aplaudir a los mismos que todos los demás, os dedico a vosotros al menos una palmada. Gracias queridos compañeros. Estáis haciendo un buen periódico y la historia así os lo reconocerá. 

NOTA Aprovecho para destacar las magníficas páginas informativas de la Xunta: claras, concretas, sencillas e informativas.

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