REPORTAJE

Radiografía del cura rural: menos feligreses pero más parroquias

dsaas
photo_camera La jornada de un cura del rural.

En Ourense hay 177 curas en activo, muchos en el rural. La falta de vocaciones de los más jóvenes les obliga a tener que atender un número de parroquias y servicios cada vez más elevado.

Desde lo alto de Longoseiros las luces de O Carballiño al fondo semejan destellos de una gran urbe: “Parece Nova Iorque”.

 La rectoral mantiene ciertos privilegios, entre ellos la ubicación y cierto empaque; a la derecha, el campo santo; la noche desvela los pináculos de algunos panteones artísticos; el resto es silencio. 

El párroco es Pepe González (Cartelle, 1966). Longoseiros es una de las ocho parroquias que lleva, entre O Carballiño y Boborás. La misa de domingo -en sábado- será en Boborás. Antes un cura rural llevaba una parroquia y poco más; conocía a cada feligrés, en algunos casos para ejercer una presión insana. Hoy es otra cosa. En su día a día, digamos que obra un pequeño milagro; hay que ponerse en su propia piel. “Hoxe tiven dous aniversarios de cabo de ano, funlle axudar a dous compañeiros -Cea- que mo pediron; tiven a miimg_7074_resultsa xa en Longoseiro, e agora a de Boborás”. El domingo serán cinco, la primera a las 9.30 y la última, a las 13.15 horas.


Corre, corre


Longoseiro, Mesego, Veiga, Madarnás, Boborás, Moldes, Xuvencos, Cameixa. A menos curas más parroquias, a uno le recuerda al cartero rural, que le asignan nuevas rutas y servicios, cada vez que se jubilan. Para recorrerlas, José lleva un coche de aire deportivo, oscuro como la noche que nos encontramos, también conduce una moto. Durante la semana -por la mañana- da clases en el colegio de Boborás. "Un colexio que está medrando moitísimo -próximo a Carballiño-, triplicou a ratio, pasou de 40 a 130 alumnos; os rapaces, moitos son fregueses meus", explica. Un día a la semana también atiende los colegios de Avión y Beariz. "Enterros, funerais. Non se pode chegar a todo, eu digo demasiadas misas, chega un momento no que andas a correr, e a xente no se dá conta diso", confimg_7002_resultiesa.

En Ourense, hay tres curas en activo que tienen más de 90 años. Uno de ellos Francisco Lovelle, con 92 años, que atiende tres parroquias -Sagra, Cabanelas y Banga-. José le asiste como chófer muchos sábados: "Dixéronlle que non conducira máis, que tiña moitos anos; aínda que a ilusión e a cabeza van perfectas".

José lleva como párroco en la zona 12 años, antes estuvo en la Baixa Limia y en Celanova. En estos años, ha oficiado unas seis bodas. "En Mesego teño moitos bautizos, bueno algúns -matiza-; moita xente de O Carballiño conserva a relación coas parroquias, e bautizan aos nenos alí". En esos libros parroquiales, testigos mudos de todo lo que acontece en el mundo rural, lo que priman son los de exequias. Lo de los entierros es duro, incluso para los veteranos; unos curas se llaman a otros para asistirse, y no es fácil estar siempre entre gente que lo pasa mal, reconoce. En ninguna de las afirmaciones hay un atisbo de pose, de verdad de dudoso crédito -me lo parece-, la bonhomía de este párroco se asemeja mucho a las bondades de un mundo rural ya extinto. "Ás veces non che gusta significarte tanto, porque ao mellor hai xente que traballa máis ca ti", dice, como disculpándose por participar en el reportaje. 


Repique de campanasimg_7075_result


En Boborás, repican las campanas. El ritmo de las aldeas se ha marcado siempre así: la llamada a misa, el fin de la jornada, los difuntos. En la capilla, varios feligreses esperan, uno anda casi pegado a la estufa de pellets para salvar el frío. Un pequeño armario hace las veces de sacristía. José se cambia rápido. 

“En el nombre del Padre, del Hijo...”. La Candelaria marca el final de la Navidad. Hoy los fieles encienden velas para iluminar el camino, imagino. Oficialmente es el día de la presentación del Señor. Al rematar, varias feligresas se acercan con la bolsa del super, dentro, unos trozos de hogaza de pan. Es costumbre de la zona bendecirlo, dice, aunque no sabe muy bien por qué. Algunas voces gastan deje latinoamericano, en estas zonas hay presencia de retornados de Panamá, México, Venezuela. En el interior del pueblo, una señora impedida espera en casa por la eucaristía, al pasar lo recuerda. Para esta gente, la misa y el cura, costumbre o fe, es de gran estima. "Eu vin fregueses chorar polo cura falecido fai tempo", comenta. Entre sus propósitos siempre está visitar más a los enfermos, reconoce. Le cuesta, “se vai o cura alí, o enfermo pode pensar...”. 

José González lleva 27 años ordenado, ¿lo más duro? ¿la soledad? "Ao chegar á casa sabes que non te espera nadie", añade. Lo pasó mal con la muerte de sus padres, emigrantes en Suiza, muy religiosos, se crió con la abuela, de misa diaria. "Eles vían ben que fose cura", rememora. La vida del seminario era rígida, sólo les permitían salir en fechas santas.  Pero "romper aquela relación cos pais nunca o entendín".

En su promoción, se ordenaron seis, hoy quedan dos. "Xente moi válida, creo que o farían tan ben casados, pero é un tema -o celibato- moi controvertido.", remata. 

Desde lo alto, Carballiño parece Nova York. Eso.


Párroco por vocación, futbolista por devoción o a la inversa


"Eu non lle pegaba mal ao fútbol", dice José González. En la improvisada sacristía uno es testigo de un vicio inesperado. Lo primero, consultar el móvil. "Empatan a dous", dice, con nerviosismo. En breve, desvela que es un acérrimo culé. "Isto non é normal; sufro moitísimo; e agora tocounos o Madrid", aclara. En la rectoral, en el mismo lugar donde da catequesis a una treintena de chavales un escudo del Barça con aire de manualidades, cuelga de la pared. 

José jugó en el Bande nueve años; y en el Muíños, cinco; además del Cartelle, su pueblo. "Era malo de aguantar; non era de dar leña, pero protestaba moito", relata. 

También fue presidente del Muíños, un año. "O fútbol é unha maneira de conectar coa xente moza", defiende. Hasta el año pasado que se lesionó y colgó las botas jugaba en la liga carroza de fútbol sala de O Carballiño, con el “Rey de copas”. El fútbol del domingo por la mañana también es la excusa perfecta para que los alumnos de catequesis no vayan a misa; también por la hora, claro. 


Los datos


Edad    Número
De 25 a 35    11
De 36 a 45    23
De 46 a 55    24
De 56 a 65    27
De 66 a 75    36
De 76 a 85    42
De 86 a 95    14
A partir de 96    0

Fuente: Obispado de Ourense
 

Te puede interesar