rutas de val e montaña

Reconfortante camino al monasterio

val1_result
photo_camera Las tres capillas rupestres de San Pedro de Rocas.

Vamos a hacer un breve recorrido por esta ruta tratando de incentivar a senderistas y montañeros. Porque si algo tiene es variedad en caminos, y según se recorra, en las estaciones. 

Casi a las puertas de la ciudad, una de las rutas más conocidas pero no por eso de las más transitadas acaso si por motos o ciclistas de montaña ahora mismo; por senderistas, un poco antes; ahora, más. Un camino medieval empedrado, el paraje que atrae por su peñascos cónicos que le dan nombre a un lugar que desde la caída del Imperio romano fue refugio de anacoretas que quedaban fuera de las rutas de tránsito de los pueblos que ocuparon el vacío dejado por el Imperio. Hay que entender a aquellas gentes en los tiempos de la oscuridad medieval. Por eso Rocas, otros eremitorios apartados, dieron lugar siglos después a que reglados por los preceptos de San Fructuoso o San Martín dumiense constituyesen las primeras comunidades que luego el Císter en el siglo XI se encargaría de aumentar bajo su paraguas.

Rocas, San Pedro, fue refugio de reducidísima comunidad; cuando amplió el ala monástica un poco más, como todos sus vecinos de la llamada "Ryboira Sacrata", que ya se dijo que le viene de querqus  robur lo de Riboyra, que pronto se confundiría por hallarse muchos monasterios e iglesias en las riberas del Sil o del Miño, que es lo que circula en el común de las gentes. 

Vamos a hacer un breve recorrido por esta ruta tratando de incentivar a senderistas y montañeros, porque si algo tiene es variedad en caminos, y según se recorra, en las estaciones ,siempre diferente.


DE ESGOS A ROCAS


Salimos desde Esgos y lo hacemos por su costado norte, señalizado que nos lleva a Meiroá con Caselmiro, que dos núcleos, por corredoira amurada; la aldea a menos de un kilómetro o uno si se toma por este camino que va por encima de la carretera a Meiroá, que menos de media docena de vecinos tiene, donde una fuente incita a beber; después, por su costado oeste bajamos para pasar el regatillo da Campina que en las invernías algunas dificultades; empieza el empedrado de un camino que sube constantemente, enlosado en gran parte. En la cima casi, paso por entre los Coutos do Castelo y de Rocas. 

Una bifurcación donde debemos tomar a derecha cerca del gran peto de ánimas de Meiroá, que sorprende de ese tamaño en lugar apartado o es que por acá transitaban caminantes de continuo hacia el pequeño monasterio para dejar sus monedas para las almas del purgatorio. El camino dicho real, que carretero casi siempre, se introduce en densa carballeira con algunos castaños, pasa entre dos rocas donde los carros la tenían muy difícil y después baja por la dorsal de una roca y entre retamas, madroños, empieza  empinarse en el pinar, donde con ligero esfuerzo nos vemos de entrada en San Pedro de Rocas. Su capilla románica excavada en la roca o sus tumbas antropomorfas, su campanario apoyándose en la roca. La capilla nos recuerda a la de Santa María de Olleros, al norte de Palencia, pero aquella enteramente excavada con filigranas en sus columnas y bóvedas. Abajo queda la casona escudada de Abelardo Moreiras, un hombre muy dado a la arboricultura, responsable de una inmensa plantación de pinos y otras resinosas, que él cuidaba pues pensaría en una posible industria maderera. 

El monasterio nunca alcanzaría el rango de abadía, y siempre debiendo subordinarse a los grandes monasterios de Celanova o Santo Estevo se alza como protegido por grandes peñascos, por lo que creemos que lo de Rocas viene de esos penedos, pero no: es por la forma de ellos, que es como una rueca de hilar; de ahí lo de Rocas. El mosteiro estuvo abandonado y en estado de ruina hasta que se hizo una pequeña restauración, sobre todo del monástico edificio. Ahora tiene una oficina de información que controla su acceso. El padre Silva y sus chicos de Benposta la ocuparon por un tiempo ejerciendo cierto control y quizás evitando el expolio.

La salida nos lleva a la inmediata fuente del santo por breve camino empedrado en medio de un bosque. Nos esperan unas subidas continuadas hasta Arcos y ya en Quintela do Monte vemos la iglesia de San Bento cuando nos metemos en bosque de frondosas y en más precipitada bajada por más de un kilómetro se termina al pie del depósito de abastecimiento de Esgos, su piscina y pista polideportiva.

Una decena de kilómetros la de esta ruta que podríamos prolongar al llegar a Cernada y continuar pista térrea adelante hasta la ermita de a Virxem do Monte donde por Melón se enlazaría con el citado camino de bajada. Así aumentaríamos el recorrido en 8 kilómetros más, por lo que rondarían los 20 el total de lo caminado.

Un gratificante camino, que sí breve, depara más de lo que se piensa y que puede hacerse en una mañana sin madrugones.

Te puede interesar