Opinión

"Las reformas no son recortes; quieren decir, cambio"

Bueno… según la vicepresidenta tercera y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño, las reformas que ha pedido el Banco de España, "no son sinónimas a recortes sino a cambios y -a su parecer- muy necesarios". Es decir, que cuando nos suban (a todos) los impuestos y recorten de nóminas y pagas extras, tanto en el sector privado como en el público, o de las pensiones, pues se les debe llamar "cambios" de la nueva normalidad. Y mi duda ahora es ¿cómo se le debe llamar al rescate económico que España tendrá que pedir a la Unión Europea, una vez conocidas las desastrosas cuentas del Estado que han llevado a incrementar la deuda de la Administración General del Estado a máximos históricos, conjuntamente con la de la Seguridad Social? Pues también la vicepresidenta nos lo aclara: debemos llamarle "respuesta común a un reto común". Y nos lo dice así, como si esto fuera un simple trámite sin ningún tipo de complicación, ni complejidad. El tema es que después de leer a la otra parte interesada, es decir, la UE, compruebo que el vicepresidente económico de la Comisión Europea, Valdis Dombrovskis, dice rotundamente que la mayor parte del dinero del fondo de recuperación -el rescate para simplificar- tendrá un "fuerte vinculo" con el compromiso de los gobiernos de adoptar profundas reformas estructurales que serán supervisadas e inspeccionadas por las autoridades económicas en el marco europeo. Es decir, que van a mirar con lupa dónde y cómo nos vamos gastar sus dineros. Lógico y normal. Y todo ello aplicando una dura línea de ajustes económicos . 

Y mi primera reflexión es: nuestro idolatrado y venerado gobierno bipartito ya no nos toma por simples borregos, no. Ahora nos toman directamente por idiotas elevados al cubo. Y entre todo este desastroso panorama económico, donde muchas empresas van a convertir sus ERTE en ERE en cuestión de meses, y donde la verdadera y preocupante destrucción de empleo se va producir en los últimos meses de este año, y sobre todo en el primer semestre del 2021 (situación de la que ya había advertido desde estas mismas páginas hace semanas), aparece de nuevo el aprendiz de dictador, el cual desde el PSOE riegan todos los días para que esté fresco como una lechuga. De esta forma el vicepresidente segundo del Gobierno ha (presuntamente) amenazado veladamente con movilizar a sus huestes y con la posibilidad de realizar escraches en las viviendas de Ia presidenta de la Comunidad de Madrid y en la de los líderes de Vox. 

Esta novedosa situación me lleva a mi segunda reflexión: ¿estamos inmersos en una dictadura virtual? La respuesta, bajo mi opinión, es ambigua . Me explicó: estamos en un posible totalitarismo encubierto dentro de un estado de alarma, que a día de hoy es totalmente injustificable. Se ha aprovechado dicho estado para aprobar leyes y decretos que bordean o traspasan nuestra libertad y derechos como sociedad. De la misma forma, también comprobamos cómo la libertad de expresión se ha visto mutilada o directamente laminada con un gobierno obsesionado con controlar las redes sociales, los medios de comunicación y cualquier tipo de crítica o manifestación en las calles. Y todo ello con un recorte de libertades y derechos con una deriva poco respetuosa con los principios democráticos, por ser muy suave. 

En conclusión, todo lo que va mal aún puede ir a peor. Y en ese peligroso andar transita por un tortuoso camino nuestro país, España.

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