LA REVISTA

Relax en la Europa Termal

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photo_camera Un grupo de visitantes disfruta de las aguas termales de los Baños Széchenyi.

Olvidarse de los problemas, dejar a un lado el estrés y relajarse… en una piscina con agua caliente. Tradición y placer se unen en varias ciudades europeas 
cuyos balnearios bien merecen una pausada visita. Es la Europa termal

Ubicada en la Selva Negra, al suroeste de Alemania, a poco más de 100 kilómetros de Stuttgart y a unos 60 de la ciudad francesa de Estrasburgo, la localidad de Baden-Baden tiene en los balnearios una de sus principales señas de identidad y sus termas siempre han sido fuente de relajación y disfrute. Es uno de los ejemplos de la Europa termal. Sus aguas proceden de un total de doce fuentes distintas y surgen de profundidades de entre 1.200 y 1.800 metros, alcanzando la superficie a temperaturas que van, de los 56° C a los 68,8° C. Estas fuentes arrojan cada día alrededor de 800.000 litros de agua termal, lo que equivale a 9 litros por segundo. Fueron los romanos quienes descubrieron estos manantiales y construyeron termas en el municipio que entonces se llamaba Aquae Aureliae.

Bajo las instalaciones del actual balneario Friedrichsbad se pueden visitar los restos arqueológicos de una de aquellas termas romanas. Friedrichsbad es una de las dos principales instalaciones termales de Baden-Baden. La otra son las termas de Caracalla. El Friedrichsbad une la cultura del baño romana e irlandesa. Es muy antiguo, tiene 140 años y 17 estaciones de bienestar. Es un baño nudista que hombres y mujeres pueden usar por separado en días alternos, es decir, un día es mixto y otro hombres y mujeres acceden por separado.

Por su parte, Caracalla es una terma moderna que tiene piscinas tanto exteriores como interiores con diferentes temperaturas de agua, hidromasaje y sauna de vapor, todo con traje de baño. También hay un espacio de sauna sin traje de baño que cuesta cuatro euros (5 dólares) más. En Caracalla no se admiten niños menores de siete años.

Además de en estos dos famosos baños, también se puede disfrutar de las aguas termales de Baden-Baden en los numerosos hoteles-spa de la ciudad.

Otro lugar en el que la cultura del baño está más que asentada es Budapest. Los dos balnearios más famosos de la capital de Hungría son Széchenyi y Gellért.

El balneario Széchenyi es el más grande de Budapest y uno de los mayores de Europa. Cuenta con 15 piscinas interiores y tres exteriores. La central es una piscina de dimensiones considerables en la que practicar la natación. Está flanqueada por dos piscinas termales, una de ellas con un divertido remolino en el centro. En la otra se puede disfrutar de una partida de ajedrez sin salir del agua. En cuanto a las 15 piscinas interiores, estas son de distintos tamaños, formas y con aguas a diferentes temperaturas.

El balneario Gellért está, asimismo, ubicado en un soberbio edificio. Destaca su piscina interior, rodeada por columnas. Además de esta piscina principal, estos baños tienen otras piscinas, de distintos tamaños y con aguas a diferentes temperaturas, separadas en dos espacios, uno para hombres y otro para mujeres.

Cuenta también con dos piscinas exteriores, una con el agua a 36°C. La segunda es una piscina de olas artificiales, con el agua a 26°C, pero que solo está operativa durante el verano. Todavía funciona la máquina original de generación de olas, que comenzó a prestar servicio en 1927.

Otras instalaciones termales destacadas de Budapest son los baños Lukács, fundados en el siglo XII, y el balneario Rudas, construido a mediados del siglo XVI durante la ocupación otomana.

Para todos los amantes de los balnearios, la ciudad belga de Spa es una parada obligatoria. Ubicada en la región de Lieja, Spa es la principal ciudad termal del país. No en vano, su nombre se ha popularizado en todo el mundo y se utiliza como sinónimo de balneario.

Es una ciudad pequeña, tranquila y rodeada de bosques. Su principal reclamo son sus termas, ubicadas en una colina y a las que se accede mediante un funicular.

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