DEAMBULANDO

Rumbo al sur allá por aquellos estíos

Esta es la avenida de los salgueiros en la ribera derecha del embalse de As Cunchas.
photo_camera Esta es la avenida de los salgueiros en la ribera derecha del embalse de As Cunchas.

En el estiaje que estamos padeciendo ya pasma ver un embalse como el de As Conchas (debería ser Cunchas) a rebosar, sin aparentes cianobacterias. Se oía, que por menos demanda de electricidad, los embalses no se vacían, pero el de Lindoso, más abajo, sí que semivacío. As Cunchas lleno supone tener anegadas las murallas del campamento o fortificación romana de Aquae Querquennae y parte de las vecinas y termales piscinas de los llamados Baños de Bande, que aún por reducidas de cierta concurrencia.

As Cunchas a esos 540 metros de altitud ofrece aguas templadas casi inutilizadas para el baño por esas citadas cianobacterias procedentes de granjas y plantaciones de la Alta Limia (620 m. altitud media), pero que ahora mismo permiten el baño. Una cuantas familias vacando entre la umbría de esos prodigiosos sauces que han alcanzado gran porte, allá por donde pasaba la Vía Nova, que en gran parte en este apeadero de Porto Quintela donde había una mansión a modo de área de servicio nutricia para viajeros de esta calzada y que antes del advenimiento e implantación del automóvil era parada de viajeros para cambiar caballos y aprovisionarse a la vera del antes río Limia que tenía puente poldrado para pasar a Muíños y más abajo la afamada Ponte Pedriña, ambos cubiertos por el embalse de As Conchas. Cuando la construcción de la presa por los años 50, paralela a la ribera derecha hasta el pie de presa, discurría una carretera, que nos parecía como autopista a donde llegábamos con aquellas bicis de paseo y de hierro, comíamos unas latas de sardinas, algo de queso y vuelta para subir a Bande, por aquel entonces con algo más de vida, alcanzar o Vieiro, llanear y bajar porque hasta la ciudad solamente había que salvar la cuestecilla de A Machica y encontrarte con alguna camioneta de suministro y algún ómnibus de La Competencia o el Suárez.
Siempre nos tiró esta ruta de Celanova-Bande-Entrimo porque sabíamos que aunque llegásemos al límite de las fuerzas, la vuelta era siempre agradecida. De ahí nuestro tendencia y el estar encarados de salida.

Baño en el Arnoia

Por el verano riguroso solíamos ir a Celanova a primeras horas de la tarde, previa parada en Ponte Grande para darnos un baño más que en el Arnoia en una presa del Orille a la vera de la carretera antes de iniciar la famosa subida al Cristal. Había la recompensa de bailar en alguno de los guateques que organizaban los veraneantes por lo que te cogía la noche en la vuelta pedaleando a linterna fijada en el manillar, abrigados de algún jersey, préstamo de las mozas veraneantes, cuya devolución debería hacerse en la misma semana. Era como un modo de asegurar nuestra presencia a plazo fijo. Así aguardábamos los veranos los tres o cuatro amigos que sin pereza y un tanto de alicientes vacábamos por la celanovense villa.

Tiempos atrás, aun en la adolescencia, los domingos se organizaban unas salidas en patinetes de madera con ruedas de cajas de bolas que nos permitían casi vislumbrar Celanova, pero la temida cuesta del Cristal era como inexpugnable fortaleza contra la que se estrellaban las piernas cansadas de tanto impacto para impulsar los patines, no obstante hacer continuos cambios de pierna. Eran como 18 km de ida y otros tantos de vuelta. Fue un período de unos cuantos años en los que si no ibas en esta tropilla de patinadores no se reconocía por el barrio tu hombría. Esta comitiva de casi una docena de muchachotes era organizada ya por Jesús Raña, un vecino de reciente tránsito, y Tono Turzós que pronto dejó de estar presente por su emigración a América. Éramos unos atrevidos impulsados por el entusiasmo de los citados, sobre todo el primero, excelente constructor de patines, como de carros fueron los Expósito a cuyo padre reconocíamos como revisor de los autocares mixtos de Los Americanos, que por allí, en A Carballeira, paraban para trasegar algún ganado o recoger a algún tratante de los tales en las ferias del suroeste: Celanova, Bande…

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