Opinión

"¿Se sabe si ya podemos jugar la pachanga?"

El barullo de los negacionistas de la pandemia no se corresponde con la legión de adeptos que dicen sumar, aunque haya mucha peña que no se toma en serio las medidas para prevenir los contagios de covid-19. Sucede algo parecido con los militantes de los partidos, son muchos menos de los que airean, pero se apela a la supuesta masa para legitimar con la representatividad una posición política que ni pasaría por el cribo de los votantes convencidos. Más que negacionistas por estos pagos abundan negados, despistados e inconscientes. 

Minutos antes de que las comunidades autónomas comenzasen a aplicar el toque de queda –el presidente Sánchez prefiere que se le llame restricción a la movilidad nocturna aunque no conceden salvoconductos por el eufemismo–, un colega de la pachanga de los jueves envió un mensaje al grupo de futboleros impenitentes: "¿Se sabe si ya podemos jugar?". Recibió respuesta a los pocos segundos: "Sí, al futbolín y con mascarilla". Replicó con un emoticono de pena y una confesión sincera: "Tengo mono de fútbol". La aclaración no hacía falta porque comenzó a preguntar por la pachanga en la primera fase de la desescalada e insiste incluso ahora con toque de queda.

El padre de una colega que acaba de superar un cáncer pasó una semana en el hospital al complicarse los síntomas de covid-19. Al recibir el alta le dijeron que podía hacer vida normal y al día siguiente ya estaba plantado en el bar para jugar la partida de cartas con los amigotes. Y no cree que esté cometiendo un disparate.

Las cifras del segundo embate del coronavirus continúan disparándose. En España se computaron ayer 18.418 contagios y 267 fallecidos, 12 en Galicia. Esta tierra sumó 525 contagios hasta llegar a los 7.074 casos activos, los registros más altos de toda la pandemia, y se trata de la comunidad en mejor situación epidemiológica. La contundencia de los datos no parece amedrentar al personal. Camino de A Coruña tocó parar en una cafetería de Astorga. En la televisión detallaban las diferentes medidas y los cierres perimetrales de las comunidades que todavía no se aplican en Castilla y León y en Galicia. En el bar había unos 15 señores jugando a las cartas. Todos con la mascarilla sujetando la papada. No es un juego.

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