EN OURENSE

San Francisco es la única estación urbana de España sin ningún servicio

En plena polémica por la decadencia de los regionales, Ourense guarda una infraestructura que languidece sin plan de futuro

La falta de servicios de cercanías y regionales entre Ourense capital y las villas de su entorno, como Ribadavia y O Carballiño y las obras del AVE fueron los golpes finales asestados por Renfe y el Adif a Ourense-San Francisco. Una estación que tiene el dudoso privilegio de ser la única urbana en toda España que no da ningún tipo de servicio a los viajeros: ni venta de billetes, ni información, ni, por supuesto, trenes que paren en su único andén.

El resto de las ciudades que disponen de más de una estación, cuentan con servicios activos en todas ellas. Madrid, Barcelona, Sevilla, Málaga, Bilbao, Segovia, Valladolid, son algunas de ellas. Hay ciudades más pequeñas, como es el caso de Pontevedra, que cuentan con una estación y un apeadero activos: Pontevedra y Pontevedra Universidade. O ya el ejemplo que desbarata cualquier comparación con Ourense es el de Redondela, un municipio de 30.000 habitantes con cuatro estaciones, todas ellas activas y dos (Redondela y Redondela-Picota), más cerca entre sí que Empalme y San Francisco, de hecho los trenes ya ni se molestan en acelerar porque llegan a la otra e los dos minutos de salir de la primera, y están comunicadas con diez trenes diarios por sentido.


La estación del centro


Cuando Ourense San Francisco fue inaugurada, el 1 de julio de 1957, estaba llamada a ser la estación del centro de la ciudad. Hasta tal punto que en el viaje inaugural, de la línea desde Zamora hasta O Carballiño, Franco que presidía el acto no se bajó en la estación de A Ponte, sino en San Francisco. Construida siguiendo las directrices marcadas por el ingeniero jefe de la línea, José Luis Tovar Bisbal, mantenía un rasgo común a todas las de la línea, desde Zamora, que se mimetizaban con su entorno gracias a un diseño de estilo regionalista que, en el caso de esta pequeña estación urbana, tenía aires neobarrocos, imitando las casas grandes del rural ourensano del siglo XVIII.

La estación perdió, en primer lugar la venta de billetes y el servicio de información al público. Los viajeros tenían que comprar el billete a bordo del tren o por internet, porque la ventanilla estaba dedicada a la atención de los usuarios del parking. El Adif se desentendió de esa prestación que no falta en ninguna estación urbana de cualquier ciudad española, salvo en esta terminal ourensana. Renfe fue reduciendo el número de servicios ferroviarios que enlazaban San Francisco con O Carballiño y Santiago hasta que los finiquitó con la excusa de las obras de adaptación de la vía, entre Taboadela y Ourense. Que sea temporal o para siempre dependerá de la actitud reivindicativa de los ourensanos.

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