Opinión

San Martín

Hoy, 11 de noviembre, celebramos al santo patrón de la Diócesis de Ourense, San Martín de Tours. Son los Magostos pero sobre todo es el patronazgo que la actual corporación pretende darle relieve con jornadas de fiesta. Buena idea. San Martin de Tours es un santo universal. Baste recordar algunos de los lugares del mundo en los que es también patrón. En Argentina lo es de Buenos Aires; en Francia, Hungría, en muchos lugares de México, en Utrecht en los Países Bajos, en Perú, en Colombia. En España son incontables los lugares que le tienen por patrón: La Rioja, Viana, en varios pueblos de Aragón, Sevilla, Palencia… Pero sobre todo en gran parte de Hungría. Como patrón húngaro continuó a través de décadas en el reino, aunque a finales del siglo XI el papel preponderante pasó a ser ocupado por el rey san Esteban.

Es muy curioso cómo llegó a ser patrón de Buenos Aires. Siguiendo una antigua tradición, don Juan de Garay y los primeros miembros del Cabildo, días después de fundada la ciudad, el 20 de octubre de 1580, se reunieron para darle un protector y patrono. La suerte recayó en San Martín. La leyenda cuenta que tiempo después fue pasando de boca en boca hasta el día de hoy. Los vecinos, al ver el nombre de un “santo francés”, se negaron a que fuera protector de una ciudad de las colonias españolas. Repitieron la elección, y por tres veces salió el mismo nombre, considerando de esa forma que era Dios mismo quien quería ese santo patronazgo. 

Se venera en la Iglesia católica y en la ortodoxa, en el anglicanismo y en algunas confesiones protestantes, siendo también patrón de innumerables estamentos como soldados, tejedores, sector textil. En Ourense le honran los abogados. Gran personaje difundido, sin duda alguna, por Martín de Dume, que era paisano suyo y fue el evangelizador de los Suevos, abad de Dume y arzobispo de Braga, quien pidió que trajeran sus reliquias.

Martin de Tours (316-397) nació en la actual Hungría y fue obispo de Tours. Estudió en Pavía e ingresó con 15 años en la guardia imperial romana hasta el año 356, en la Galia. La tradición más conocida de su vida ocurrió en el invierno de 337 en Amiens, donde encontró cerca de la puerta de la ciudad a un mendigo tiritando de frío, al que dio la mitad de su capa (la otra mitad era del ejército romano). Según la leyenda, en la noche siguiente se le aparece Cristo vestido con la media capa para agradecerle su gesto. Entonces decide dejar el ejército romano y convertirse, pese a la negativa del emperador. Se bautiza y se une a Hilario de Poitiers. En el año 370 es obispo de Tours. Luchando contra el paganismo, gnosticismo, y maniqueísmo de Pisciliano, a quien salvó de la muerte por su intercesión ante el emperador frente al obispo Idacio de Mérida, partidario de la ejecución, que consiguió con el enfado de Martín, que rompió sus relaciones con Idacio durante años hasta la reconciliación. 

Una vida apasionante según su biógrafo Sulpicio Severo. Y prueba de ello es como se extendió por todo el mundo su vida y obra a quien hoy tantos celebramos. Y como coincide con la matanza del cerdo en muchas regiones de España, de ahí el origen de la expresión “a cada cerdo le llega su San Martín”.

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