Opinión

Santa Campaña

El Partido Popular de Castilla y León ha decidido que no propinará actos de campaña electoral entre el Jueves Santo y el Domingo de Resurrección. "Hay que respetar las creencias y el sentir familiar y de amistad porque son días de ocio y tiempo libre. Los ciudadanos están a lo que están y no marearemos a la gente", anunció el sábado en Burgos Javier Lacalle, vicesecretario de Organización y Electoral. Tanta consideración una semana antes de que las urnas señalen presidente del Gobierno no se comprendería en Galicia, tierra en la que se estila una celebración religiosa bastante más íntima o unas procesiones menos extravertidas. 

Para encontrar una situación homologable habría que retroceder hasta febrero de 2009, cuando el socialista Emilio Pérez Touriño hizo que la campaña de las elecciones gallegas se vistiese de Entroido. Superada la sorpresa inicial, sobre todo por la coincidencia con las vascas, no pasó gran cosa. Los comicios se saldaron con unas cuantas chanzas en las caravanas de los partidos y la imagen final y contra pronóstico de Alberto Núñez Feijóo recuperando para el PP la mayoría absoluta que Manuel Fraga había perdido cuatro años antes. 

Y aunque quizá algún candidato a las municipales se llevaría un alegrón si en Galicia también se interrumpiese la campaña de las generales durante la Semana Santa para no tener que asumir los encendidos discursos de los líderes nacionales antes del cuerpo a cuerpo local, la decisión de los populares castellanos y leoneses también es estrategia electoral. La campaña no se interrumpe, se traslada a las cofradías. Se cambia el mitin por el bisbiseo mientras se puja un paso, ofrenda para la que también se necesitan política.

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