Opinión

El señor Sociedad Anónima

Al señor Santiago Abascal, o sea S.A., o sea Sociedad Anónima para entendernos, le han sacado los colores del morro unos cuantos paracaidistas del Ejército español, por ponerse precisamente en el morro ya digo, el escudo de la BRIPAC. La indignación de paracaidistas la recogen todos los medios estos días. Un ex-paracaidista incluso empleando solo once palabras (¡chapeau!, a este hombre le sobra Twitter) ha definido perfectamente al señor Sociedad Anónima: "Es un fanfarrón. Un vividor que se escaqueó  de la mili."

Algo parecido ya le había pasado al señor Sociedad Anónima hace un tiempo con legionarios y ex-legionarios, que llegaron a denunciarlo ante la Junta Electoral Central por utilizar políticamente en una campaña el himno de la Legión. 

La mayoría de los ciudadanos españoles nos ponemos la mascarilla para proteger a nuestros semejantes, pero el señor Sociedad Anónima se la pone para taparse la cara y que no veamos que es de cemento.

Yo hice la mili, contra mi voluntad por supuesto, en un destacamento de alta montaña en Sabiñánigo (Huesca). Cuando llegué allí, era un chaval, tuve la oportunidad de apuntarme a unas pruebas para entrar en los "paracas" como los llamábamos coloquial y amistosamente entonces los soldados de a pie. Muy inteligentemente los "paracas" me rechazaron, algo que les agradecí siempre. De otro modo yo habría tenido que pasarme años de mi vida arrojándome al vacío desde miles de metros de altura.
Siempre he dicho y mucha gente cree que es en broma pero no lo es, que yo entré en la mili hippie antimilitarista y salí de la mili hippie promilitarista. No digo con esto que la mili fuera buena, no lo era. Es evidente que es mejor un ejército profesionalizado, hecho con voluntarios/as como el que tenemos hoy. Pero a muchos de mi generación la mili que nos permitió conocerlo por dentro, nos enseñó también que el ejército no solo no era el monstruo que nos querían dibujar algunos, sino que podía ser el príncipe que acababa con el dragón. Los cuentos parecen cuentos.

El señor Sociedad Anónima solo sabe de cuentos. Es lo suyo y su propio nombre lo revela con claridad: en una sociedad anónima sus integrantes tienen el privilegio de no responder con su patrimonio a las deudas adquiridas por la sociedad. Más claro, agua.

Otro legionario y paracaidista también ha aclarado este tema en las redes sociales con otra frase breve: "No tiene derecho a utilizar política o ideológicamente esa insignia, es una unidad militar que pertenece a todos los españoles."

Si algo aprendí yo en mi juventud en aquella absurda mili que no quería y con la que me robaron un año de mi vida, es que los militares buenos o malos, tontos o listos, despreciables o admirables, todos tienen algo en común: y es que siempre van de frente y no se cortan la lengua.

Quítese la mascarilla, señor Sociedad Anónima. Y pase a ser Sociedad Limitada de una maldita vez. 

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