"La sensualidad le ha ganado la partida a la elegancia de un vals"

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photo_camera La instructora de baile Dolores Rico Martínez.

La venezolana Dolores Rico lleva 20 años formando a bailarines en Xinzo de Limia

Aunque su apariencia y su destreza en el baile le pueden hacer imaginar a quien no conozca su procedencia que sus orígenes están al otro lado del charco, nada más lejos de la realidad. "Loli", sí, nació en Caracas, pero su sangre es antelana por partida doble. Hace casi un cuarto de siglo que sus padres decidieron dejar Venezuela anticipando lo que ahora se vive, y llegó a Santiago. Allí comenzaban a organizarse los martes del Aragüaney, y ellas y sus hermanos fueron la sensación de un colectivo, el Danzón, que está de vigésimo aniversario en la capital antelana. Dos décadas enseñando a bailar la han convertido en todo un referente en Xinzo de Limia. Su primera clase la impartió en el Casino.

Antes de que “Despacito" nos invadiese, llegaron otros éxitos del otro lado del Atlántico. Pero, los precursores de esta nueva era lo fueron más que las músicas los ritmos. ¿Dónde se han quedado los bailes de salón?

Es increíble, sin duda. Al igual que mi familia retornó, lo hicieron muchas otras, y con ellas sus costumbres, y, cómo no, sus aficiones. Yo me crié en Caracas, llegué a Santiago y mis hermanas y yo, cuando comenzaban a sonar algunas salsas, éramos las reinas de la pista. La sensualidad que destilan estos ritmos le ha ganado la partida a la elegancia de un tango o un vals.

¿Realmente la gente sabe diferenciar esos ritmos? Un vals, un pasodoble, un tango... son fácilmente identificables. Pero, ¿y estos?

No, la mayoría no. Ahora está de moda una orquesta, el Combo Dominicano. Hacen música latina de toda clase. Son buenos. Pero, ¡es que todas las canciones son iguales!, la base rítmica es la misma. Eso no ocurre con los bailes de salón, están clarísimamente diferenciados. 

Hemos perdido entonces un poco de nivel en el baile.

Antes eramos más técnicos, apreciábamos más la destreza en la ejecución. Estos ritmos, desgraciadamente, no persiguen la excelencia que los bailarines profesionales buscan en los bailes de salón.

Supongo que los beneficios de mover el esqueleto son incontables. 

Pues sí, tanto saludables a nivel físico como también a nivel mental. ¡No te imaginas cuantas partes del cuerpo se activan con el baile! Por supuesto, además de hacer mucho ejercicio físico, la mayoría de mis alumnos lo utilizan para desconectar de la jornada de un modo total, ¡es el mejor vicio que hay! E incluso iría más lejos. Creo que pocas actividades de ocio tienen la posibilidad de una interactuación social tan marcada. No olvidemos que la mayoría de las parejas empiezan ¿cómo?, ¡bailando!

¿Cuántos alumnos habrán pasado por sus aulas en estos últimos años?

Pues no tengo el cálculo exacto, pero sé que más de 1.000 personas habrán intentado aprender a bailar en estos últimos veinte años, seguro.

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