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Ser padres, y no colegas ni entrenadores aficionados

Si sus hijos están contentos e implicados en su actividad, su misión no es otra que favorecer este desarrollo físico, mental y social

La semana pasada demostramos que deporte o ejercicio eran perfectamente compatibles con los estudios y una necesidad en la niñez y/o adolescencia. En esta ocasión escribiremos sobre los padres que tienen clara esta idea, pero no su papel en este escenario.

¿Cuál es la función de los padres o tutores en el desarrollo físico de sus hijos? Todo y nada. Todo, en cuanto nuestra decisión es definitiva para la práctica: cuándo, cómo y dónde. Nada, una vez que ellos encuentren su sitio y disfruten de la actividad. Suponemos, en un lugar con personal formado en valores deportivos y éticos. Las instalaciones podrán ser más o menos humildes. A veces es incluso mejor curtirse en la austeridad para valorar los logros.


El saber estar


Si sus hijos están contentos e implicados en su actividad, su misión no es otra que favorecer este desarrollo físico, mental y social. Facilitar el acceso y -en la medida de sus posibilidades- el material deportivo. Respaldar con su presencia e interés, siempre que guarde un comportamiento adecuado en público.

¿Adecuado? No se convierta en un cazurro en la grada. No insulte ni critique al árbitro, al público y equipo rival, a su propio entrenador o compañeros de sus hijos. (¿Cree que bromeo? Vaya a ver algún partidillo de fútbol infantil y me lo cuenta). 

No presione a sus hijos, plasmando en ellos sus propias frustaciones. Tampoco los hunda con una exigencia superior a sus habilidades. Mantenga una actitud mesurada, frente a los altibajos de la competición. Los padres no somos colegas ni, salvo excepciones, sus entrenadores. Sentido común, buen ejemplo y mejores valores deportivos.


Sólo una excepción


Nunca se inmiscuya en el trabajo y dirección del  entrenador salvo en un caso. Cuando el individuo, por muchos conocimientos técnicos y tácticos que posea, sea un indeseable sujeto, tanto en el trato, como en la dirección del grupo, en la representación del club o entidad, o en la formación de sus hijos.

En ese caso, con toda la razón, exprese su queja en persona y, si es necesario, busque un lugar mejorpara ellos. Será tan valioso como un buen colegio.

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