Opinión

¡Ya son la vergüenza nacional!

Ourense, 105.233 habitantes, la tercera ciudad de Galicia, y la última en todos los indicadores económicos, laborales y sociales de toda España. ¡"Gestion" de récord Guiness la de estos figuras!

Cuántas veces he expresado, desde esta misma columna de opinión, mi desprecio y rechazo hacia individuos que única y exclusivamente utilizan la política para servirse de ella, para medrar en todo el ámbito de la palabra, y enriquecerse a base de pelotazos y chanchullos varios.Y también, la de los indeseables estómagos agradecidos que les rodean, esperando que les caiga un céntimo al suelo, -de dinero público-, para metérselo al bolsillo.

Hay veces en la vida que hay que mirar hacia atrás para entender las circunstancias actuales, y yo voy en este intre a recordarles a ustedes lectores, la columna de opinión, por mi escrita, el 17 de julio del 2019 en La Región. Y que empezaba así: "La vida que da vueltas, las vueltas que da la vida. Había una ciudad llamada Ourensis (no confundir con otra llamada Ourense), en la que sus habitantes, después de unas elecciones locales, estaban sumidos en un mar de dudas sobre quién sería quien gobernarse sus destinos en los próximos años. Por un lado estaba una extraña formación de carácter y propiedad unipersonal a la cual, supuestamente, sus votantes habían apoyado para regenerar el Concello. Lo que nos dicen los últimos escritos sobre este tema es que sus votantes, aún a día de hoy, pues como que siguen autoflagelándose infinitamente como penitencia.

Muchas lecturas y conclusiones se extraen, y extraerán, de esas fechas. Lo que se sabe, lo que se presupone y lo que nunca se sabrá. Pero una de ellas destaca sobre las demás, y es la siguiente: la desmesurada ambición personal, conjuntamente con un afán desmesurado de protagonismo del jefe máximo de la susodicha formación unipersonal y que habría laminado de un plumazo las expectativas de aquellos que durante años habían articulado un discurso que era únicamente una falacia para llegar al poder, única y exclusivamente.

Pero sigamos con Ourensis y con su eterno problema de que en el resto del mundo mundial no sabían que existiese tal ciudad, ni de que existían sus habitantes. Pero eso ahora ya parecía estar solucionado, porque es seguro que Ourensis en los próximos tiempos, y como causa de los hechos acontecidos, va ser conocida en todos los rincones del imperio, eso sí, conocida por el alto grado de pitorreo al que va ser sometida. Por lo que los ourensanis no miren a izquierda o derecha cuando sean el objeto de tal escarnio, ya que los pitorreados van ser ellos en exclusiva, se lo han ganado a pulso el disfrutar de tal privilegio.

¿Y que consecuencias se acarrearon de ese despropósito hecho realidad? Pues de entrada se produjo una brutal deslocalización de inversiones y actividades económicas que escogieron la pujante ciudad colindante de Vigesis como destino de sus emprendimientos y asentamientos económicos, lo cual derivó en una fuerte movilidad laboral que finiquitó la ya muy débil realidad económica, social y demográfica de Ourensis. Pero aun así, con una exclusión social y desigualdad en máximos, tal como reflejaba ya en sus tiempos las organizaciones católicas como Caritasis y otras; con una tasa desempleo en máximos y con casi todo su comercio cerrado o en liquidación, los ourensanis, muy pocos ya, y aun en su peligroso enrrocamiento, justificaban su voto inicial, a la vez que lamentaban el declive de un Ourensis en el cual sus habitantes más jóvenes se movían en una media de los 80 años. En fin, Ourensis estaba agonizando en todos los niveles e indicadores, y de lo que sí que no había duda es de que lo más esperpéntico aún estaría por llegar. Ah, esta es una columna de ficción, cualquier parecido con situaciones y nombres reales pues como que es pura casualidad".
En fin... decirles que no soy adivino, y es que no hacía falta serlo .

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