Opinión

El teléfono robado de Podemos

Hay dos frases, una francesa y otra en inglés que siguen los policías al iniciar sus investigaciones: “Cherchez la femme”, busca a la mujer, dice una, y “Who profits?”, a quién beneficia el delito, señala la otra.

Ambas deben aplicarse al caso del teléfono robado a Dina Bousselham, politóloga de origen marroquí que fue ayudante de Pablo Manuel Iglesias cuando era eurodiputado en Bruselas en 2014 y 2015.

Sus datos sirvieron para denunciar que Podemos estaba financiado por Venezuela e Irán, e incluso para descubrir las pasiones sádicas del líder ultraizquierdista.

Las recientes declaraciones al juez del turbio y encarcelado comisario José Manuel Villarejo sobre este teléfono sirvieron para que Iglesias acusara a la “policía patriótica” al servicio del gobierno del PP de haberle espiado para desacreditarlo.

Pero Villarejo había aportado otra información sobre el origen y el destino del aparato que no tenían que ver con la policía, sino con historias de celos y venganzas en el interior del propio Podemos.

Lo habría robado un miembro del mismo partido celoso al creer que la joven, inteligente y atractiva marroquí lo abandonó para inclinarse por Iglesias Turrión.

La tarjeta llena de datos le fue entregada a Alberto Pozas Fernández, entonces director de Interviú, para dañar a Iglesias no sólo por sus vínculos económicos, sino también un chat con sus frases de sádica sexualidad como la de gozar pegándole hasta “hacerla sangrar” a la periodista Mariló Montero.

Interviú no divulgó los datos pero, según Villarejo, se los entregó a él, algo que niega su exdirector, director general de Información Nacional de La Moncloa con Pedro Sánchez hasta que este viernes dimitió al conocerse el trayecto del teléfono robado por desamor.

Ahora, con Podemos cayendo electoralmente, la segunda pregunta: Who profits?

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