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Una treintena de personas usa cada día los hogares sociales de Ourense

Cáritas. Hogar social. ourense
photo_camera Recibidor del centro de transición a la vida autónoma de Cáritas.

Español de más de 40 años, perfil del usuario de los espacios de Concello de Ourense y Cáritas

Una treintena de personas sin techo hace uso, cada día, de los hogares sociales del entorno de la ciudad. El albergue del transeúnte del Concello de Ourense, con 20 plazas, y el centro de transición a la vida autónoma de Cáritas, situado en A Valenzá, de 10 plazas, suponen las únicas opciones para aquellos que se encuentran en situación de calle en Ourense. Según los trabajadores sociales, el perfil más común de los usuarios es el de hombre español, mayor de 40 años.

En el marco de la campaña de Cáritas por las personas sin hogar, celebrada ayer, la educadora social Paula Ribao, que trabaja en su centro, reflexiona sobre la necesidad de acompañar a los usuarios: "El piso de acogida nace para ofrecer un servicio de acompañamiento, para ayudarlos y que no se sientan solos ". De las 10 plazas, están ocupadas ocho. "Les damos una vivienda y cobertura de las necesidades básicas, pero también hacemos búsqueda de trabajo y ocio", comenta. La parte lúdica es, en palabras de la educadora, lo que les permite "sentirse parte" de la ciudad. "Estamos 24 horas con ellos, para hacer un trabajo integral, no solo orientación laboral" dice.

En el albergue municipal de Ourense repuntaron las pernoctaciones -4.632 en 2017 frente a las 3.987 de 2016- y aumentaron los usuarios -de 437 a 441- . "Además de llevar talleres de ocio, formación y salud, los atendemos para ver cuál es su situación y en qué le podemos echar una mano", explica Diego Conde, trabajador de Cruz Roja, que organiza actividades en el albergue. "Hay un incremento de personas extranjeras, pero más del 80% de las personas son españolas", apunta. En Cáritas sucede lo mismo. "La mayor parte de los usuarios son hombres españoles, mayores de 40 años", dice Ribao. José Nieto, vigilante del albergue, señala que también hay gente joven, aunque es minoritaria. 


Un exusuario: "Estoy muy agradecido"


Edilio Álvarez, venezolano de 38 años, llegó a Ourense a principios de año, después de huir de su país. "El primer mes fue muy complicado, no conocía a nadie y sentí por primera vez ese vacío de no tener a donde ir", explica. Después de pasar varias noches en el albergue municipal y usar el comedor social, conoció a los trabajadores de Cáritas. "Me fui al piso de acogida y para mí fue un antes y un después: tenía un lugar al que ir y comida", comenta. Poco después, consiguió encontrar su primer trabajo como teleoperador. "Me ayudaron y me escucharon, y aún ahora, que ya vivo alquilado y que pudieron venirse mi mujer y mis hijos, me llaman para saber de mí", dice. "Estoy muy agradecido a Galicia".

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