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La última balada de Marvin Gaye

Nada más sensual que una canción de Marvin Gaye (Washington, 1939-1984) al azar, “What's going on”, “How sweet it is”, por ejemplo.

Camino de su 45 cumpleaños - 1984- un año después de su celebrado “Sexual healing”, disco que ha contribuido más a la natalidad que ningún plan gubernamental, Marvin quería celebrarlo por todo lo alto, pero su vida, un carrusel errante, había girado ya demasiado. Dos matrimonios fallidos, una relación imposible con la cocaína, a su coco sólo le faltaba reventar. Hacía tiempo que no era el mismo, quizá desde que Tammy Tyrell, su gran partenaire musical, “Aint't nothing the real thing”, se desplomó en sus brazos, tras una actuación, víctima de un tumor cerebral no diagnosticado antes. El cantante que trasladó el soul a otro estadio, quedaría muy tocado, ayudado también por sus inseguridades y las ataduras a un padre tormento. 

298017_resultPero aquella fiesta de su 45 años, después de un viaje alucinante entre el cielo y el infierno, quería celebrarla allí, en la casa familiar a la que su deriva le había llevado otra vez. Pero su progenitor,

Marvin Gay, sin la e sumada a su apellido en homenaje a Sam Cooke, no estaba nada de acuerdo con él, con su forma de vida y sus drogadicciones. La vida entre ambos había sido complicada, el progenitor durante años había sido predicador de una congregación religiosa y la única licencia lúdica que le permitió sería la de cantar en el coro de la iglesia. Más tarde, Marvin se alejaría de él ingresando en el ejército, que lo echaría por indisciplina, y su padre dejaría la iglesia, arrimándose a la bebida. 

Ahora estaban juntos, nuevamente. Marvin llevaba días descuidado, con la misma ropa, sin salir de casa y puesto de drogas como una mula. Vivía aferrado a la idea de que lo perseguían, que lo querían asesinar. Tenía una pistola en el bolsillo derecho del pantalón, en su habitación había más; por Navidad había regalado otra a su padre. Su padre se opuso a la fiesta. Una discusión por la desaparición de una misiva con el seguro de la casa desató la disputa. Marvin le propinó un puñetazo a su padre, éste, dolido, se desplazó hasta su cuarto donde cogió la misma pistola del calibre 38 que le había regalado. En su funeral cantó Stevie Wonder, Smokey Robinson pronunció un discurso que hizo llorar a todos. Sobre el giradiscos “What's going on”, inconmensurable.

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