Opinión

Un día significado

Con independencia de ese porrazo de un veterano paracaidista contra una farola en el momento de tomar tierra portando la bandera nacional en su salto, el desfile del Día de las Fuerzas Armadas no se ha separado en exceso de otras ediciones anteriores en las que se han producido hechos muy similares a los que han definido esta edición. Sin embargo, había algunos factores añadidos en las celebraciones de este año que han contribuido a enrarecer un poco más un paisaje ya desapacible y opaco. Este año 2019 se celebra en vísperas de  la inminente sentencia  con la que el Supremo se pronunciará en el caso del secesionismo catalán, una decisión que se espera con inquietud e impaciencia mientras el Gobierno en funciones ha determinado hacer coincidir las fechas del 12 de octubre con el traslado de los restos de Franco desde el Valle de Cuelgamuros hasta el panteón que la familia posee en el cementerio de Mingorubio.

El día de la virgen del Pilar, patrona de España y de la Guardia Civil, y conmemoración de la Hispanidad, es un día en el que se dan cita múltiples significados todos ellos afines al sentimiento de unidad, a la conmemoración de hechos que consolidan el concepto de nación y destacan el efecto de causa común e historia compartida. El panorama no es muy halagüeño en la reafirmación de estos valores que nos distingue como pueblo y que deberían ampararnos a todos. Hace años que los presidentes de Cataluña y Euskadi no aparecen en los actos oficiales, y desde el primer momento, Pablo Iglesias se ausenta de la representación oficial. El sábado, al cisma entreverado en los protocolos de asistencia de representaciones oficiales hubo que añadir el desasosiego por la respuesta soberanista a las decisiones judiciales sobre los reos del procés. Y para más calentar,  ese factor gratuito de fricción que deriva de la elección de la fecha para sacar a Franco de su tumba reavivando viejas destemplanzas.

Probablemente, el cumplimiento de este mandato podría haberse llevado a cabo en momentos mucho más propicios y sin remover el avispero. Pero Sánchez necesita apuestas arriesgadas para recuperar presencia ahora que ya sabemos que se mueve al dictado de las encuestas y las de ahora le dan malas. Como todos los años, ha llegado y se ha ido en compañía de música de viento. Y está en el tiempo del o todo o nada. ¿Y si el que sobra es él y con otro el entendimiento sería más fácil?

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