Opinión

Un largo camino

Un político con cargo y poder hace algo más de una década tenía la costumbre de acotar los concienzudos análisis de su asesor más brillante como si fuese el director de un periódico decidiendo la primera plana del día siguiente: "Titulares, sólo quiero titulares". Y el hombre se envainaba las fichas subrayadas para contar a los asistentes a la reunión lo que querían escuchar. Sabaneando la jornada para rellenar el folio de cada día, un teletipo dice que "un estudio de la USC revela que cada peregrino genera hasta un 18% más empleo local que un turista". Si nos agarramos al titular, dan ganas de echarse al Camino con la ilusión de un buscador de oro y de paso celebrar la bendita idea de Víctor Manuel Vázquez Portomeñe de impulsar el Xacobeo. 

Pero al hociquear en el texto se advierte de que la investigación concluye que los municipios analizados entre Cebreiro y Melide continúan perdiendo población, aunque el impacto del Camino ayuda a retener a más personas que en otros ayuntamientos del rural gallego. "Es más, en algunos como Pedrafita se percibe como parte de la solución para fijar población y parar el declive demográfico".  Es decir, los municipios por los que transcurre la ruta de peregrinación también se desangran, aunque el tamaño de la herida es menor. El Camino también ayuda a que se mantengan servicios en estas poblaciones, pero no estamos ante la receta que permita situar a Galicia como una comunidad puntera en población, empleo, salarios y pensiones. El gasto medio de cada peregrino se calcula en unos 50 euros por día, cantidad que no alcanza para pagar una ronda a los colegas en algún garito de Sanxenxo en temporada estival.

La promoción del Camino está bien, pero la Xunta publicita tanto las cifras y sus actuaciones que da la impresión de que la trampa está escondida en alguna parte. La creación de nuevas empresas, en cambio, cayó en Galicia un 18,5% durante los últimos tres meses 2017, según datos del Consejo General del Notariado. Mientras en el País Vasco se constituyeron un 34,7% más, en Navarra un 21,7% y en Madrid un 18,8%, Galicia se queda en el pelotón de las autonomías que ceden pegada, aunque sin llegar al nivel de Extremadura, con seis trimestres consecutivos de caída. El camino es largo.

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