San Martiño - Prueba inclusiva

Una carrera para todos

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photo_camera Los participantes de las distintas asociaciones en la prueba inclusiva, durante los primeros metros de la carrera.
La prueba más emocionante, la inclusiva, dejó detalles que demuestran que la San Martiño no entiende ni de edades ni de limitaciones, es pasión

Los nervios por participar en la San Martiño, la primera de muchos de los presentes, se nota especialmente en la última de las carreras de la intensa mañana.

Anclados a la cinta amarilla desde una hora antes, orbitando como Sputnik de entre cuatro y siete años en torno a la rotonda de Os Remedios en sesiones de calentamiento que ni el inolvidable Bekele soportaría o sencillamente con movimientos bailongos propios del que se ve superado por la situación (los mecanismos corporales son sabios), la carrera inclusiva es un espectáculo que hace que merezca la pena el madrugón o la lluvia, que tan inapropiada, hizo acto de presencia cuando el último de los disparos al aire marcaba el inicio de la 'competición'.

Y entrecomillo competición porque aquí el crono no existe (en las organizaciones lo han entendido de forma excelente) y poco o nada importa si el recorrido se hace corriendo, andando o en sillita. Las asociaciones presentes que tomaron la salida compases antes de los eléctricos y menudos atletas demostraron que el deporte no entiende de limitaciones y que la única que existe es la que marcan los estrechos de mente y retrógrados con su indiferencia ante los problemas y preocupaciones reales, ignoradas en muchas ocasiones por culpa de intereses que van más allá de la lógica. 

La carrera inclusiva es un espectáculo emocionante que hace que merezca la pena el madrugón dominical o soportar la cansina lluvia

Aparte, a unos metros, los 'pitufos', que constatan a través de sus ojos y preguntas a sus orgullosos padres y madres que el amor por esta carrera viene desde la cuna, a pesar de algún microataque de pánico con retorno al punto de origen y algún que otro corredor pisoteado por la muchedumbre al caerse en los compases iniciales de la abarrotada salida.

Ahí, flanqueados por los pacientes miembros del Campus Ourense de rugby, con el corazón a mil por hora y con poses más propias de un Power Ranger que de un corredor antes de la salida, llamaron la atención de todos las pomposas orejeras de una participante y Milu, un peluche que con su dorsal realizado a mano de forma delicada por su propietaria también completó la carrera. ¿No era una prueba inclusiva? Pues bienvenidos sean también, lo mismo que el precioso perro de la asociación Aodem, que por momentos parecía más un lobo bajado desde las montañas de O Courel que un 'runner' acompañante.

Ahora, balance resumen y cuenta de resultados para el año que viene, volver con más fuerza si cabe a esta prueba. 

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