Cartas al director

Voluntad de Dios

Hace semanas una noticia me puso los pelos como escarpias, deduzco que a cualquier ser humano le pasaría igual. Pido tu consideración unos minutos, no saldrás mal parado si decides prestar tu atención. Yendo al meollo de la cuestión y sin perder más tiempo hablo de cinco hermanas de las Hijas de la Caridad del colegio de Rodeira en Cangas del Morrazo. Pueblo costero, perteneciente a la provincia de Pontevedra en la Comunidad Autónoma de Galicia. Las cinco monjas de las que hablo tienen entre 76 y 93 años. Han dedicado su vida a esta congregación religiosa, ejerciendo como maestras durante varias generaciones. Y ahora les dicen que deben de irse a residencias de las Hijas de la Caridad dispersándolas por España y abandonar su hogar.

Lo curioso de los más altos cargos de las Hijas de la Caridad en París, el arzobispo de Pamplona y las superioras de la zona provincial norte de la congregación, que son las que tienen el poder de resolución, es que sentencian que la decisión está tomada y se hace lo mejor para ellas. 

Mi pregunta es para ustedes queridos/as altos cargos: ¿Mejor para ellas o para ustedes? ¿qué valores transmiten? ¿qué han hecho mal? ¿entregar su vida al servicio corporal y espiritual de los pobres enfermos como dice San Vicente de Paúl? ¿no significa nada la cadena humana y firmas recogidas? ¿seguirán adelante con esta atrocidad?

La Fundación de Casa de la Virgen se ha comprometido a sufragar los gastos de las Monjas de Cangas por si éste fuese el problema, pero vuelven a decir tajantemente ¡NO!

Estas monjas hicieron voto de obediencia, pero yo no. Y les doy mil gracias, altos cargos de París y resto de tumulto, porque me han demostrado que si hubiera seguido ese camino y encomendar mi vida a Dios, mi final sería el mismo que corren ellas hoy.

Díganme: ¿Han visto al papa Francisco enviar a una residencia al papa Benedicto o exiliarlo algún punto lejos del Vaticano? 

Les diré que estas monjas con su barca y bandera enarbolada partirán algún día... Pero la voz de los que quedan no la podrá acallar nadie. Ustedes han destapado la Caja de Pandora. Les deseo el destino que quieren darle a cada una de ellas en su vejez. 

Como colofón, no tengo mejores palabras que las de cierto sacerdote francés, y que hoy hago mías: “Lo que te recomiendo muy en particular es el cumplimiento de la voluntad de Dios, que no consiste solamente en seguir lo que nuestros superiores nos ordenan, sino en responder a todos los movimientos interiores que Dios envía.”