Opinión

Vuelta a lo de siempre

Pues ya está. Ya está Franco en donde debería haber estado desde el minuto uno. En el panteón en el que está enterrada su mujer. Aseguran que Franco nunca pidió el Valle de los Caídos, pero ahí ha estado, nada menos, que 44 años. Ha ocurrido lo que tenía que ocurrir. El debate ahora se centra en las formas. Soy de la opinión que cualesquiera que estas hubieran sido, el debate habría resultado inevitable. Lo que sí resulta indiscutible es el uso electoral realizado por el presidente en funciones de lo que, sin duda, ha sido un día histórico. La Junta Electoral Central ya ha advertido que no podrá realizarse uso electoral de la exhumación. Ahora, el objetivo final debería ser otro gran abrazo, como aquel que nos trajo la democracia, restituir la dignidad de las víctimas y conjurarnos todos para que nunca más los españoles nos veamos abocados a vivir tiempos oscuros. Nunca más.

De lo que sí discrepo de manera rotunda es que el pasado jueves se haya iniciado la historia de nuestra democracia. Nuestra democracia lo es desde hace muchos años. Una democracia surgida de una Transición que es la admiración del mundo. Una democracia plena, capaz de superar con creces cualquier test de calidad. No discutiré que ahora es mejor, lo que no se puede comprar es el discurso según el cual nuestra democracia lo era pero a medias porque Franco estaba en el Valle de los Caídos.

La exhumación de Franco se estudiará en los libros de Historia y en él aparecerán primera línea el hoy presidente en funciones. Protagonismo garantizado, rentabilidad electoral, de momento, dudosa. La sobreactuación del que será candidato socialista ha sido bien estudiada porque todos lo son. En esta ocasión ha sido la ministra de Justicia la que ha sabido estar en su lugar. Es probable, en cualquier caso, que les haya fallado un cálculo: la calles no se han llenado de protestas franquistas como, quizás, esperaban.

Después de una jornada capturada por la exhumación, de inmediato, habrá que volver a lo de siempre. Nada se ha paralizado, ningún problema se ha resuelto, las calles no se han incendiado reclamando a Franco y ahí tenemos, aquí estamos en una España, democracia plena también el miércoles, a la que le sobran problemas y retos. Todos ellos están paralizados no por la exhumación de Franco, sino porque llevamos meses y meses de campaña electoral. Y cuando se está en campaña se exacerban los ánimos, se exageran las reacciones y se disparan los adjetivos más que las ideas.

Una inmensa mayoría de españoles no han vivido el franquismo y muchos de los que ahora parecen adalides de la lucha en contra de quien objetivamente gobernó de manera dictatorial, se dedicaron a mirar para otro lado y, desde luego, a aprovechar cualquier coyuntura para amasar fortunas de calibre. Esto no se puede decir del PCE. Ellos sí, ellos sí lucharon. Los otros, de aquella manera.

Pasó el 24 de octubre. En nada tenemos que acudir a las urnas y por cansancio que haya deben llenarse a rebosar y cuando se cuenten los votos estos deben utilizarse para una política inteligente, firme en el cumplimento de la ley. Deben servir nuestros votos para establecer una conversación permanente entre diferentes porque de esta conversación si que depende la calidad de nuestra democracia.

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