Opinión

"Yo no fui, me tienen manía"

El PP acusa al PSOE de urdir "una trama delictiva" contra Cristina Cifuentes. Carmen Santos, secretaria xeral de Podemos Galicia, afirmó que la complicada situación de Paula Quinteiro por airear sus credenciales de diputada durante una mala noche de copas obedece a "una caza de brujas de la derecha, orquestada por hombres contra una mujer y para dañar al espacio del cambio". Y cuando esta semana el caso de los ERE en Andalucía se sitúe en la cima mediática con la declaración ante el juez de los expresidentes Chaves y Griñán, también señalarán a un propio para que apande con la culpa. Son tres casos de distinta gravedad pero con la misma intención de cambiar el punto de mira de la crítica en vez de pedir disculpas y asumir responsabilidades.

A estas alturas, por muchos aplausos que le hayan regalado a la todavía presidenta de la Comunidad de Madrid en la convención de los populares celebrada en Sevilla el pasado fin de semana, las evidencias de tener una jeta sobresaliente para fardar de máster sin pasar por la Universidad Rey Juan Carlos son indisimulables. Se presupone que el PSOE no le impidió asistir a clase ni currarse ese trabajo final tan desaparecido como las posibilidades de Cristina Cifuentes de continuar con su carrera política. 

Cada comparecencia de Carmen Santos contra el portavoz parlamentario Luís Villares para salvarle el escaño a Paula Quinteiro arma de argumentos al PP de Galicia para percutir con los líos internos de En Marea en vez de dar explicaciones de lo suyo y de su gestión al frente de la Xunta. Situaciones de este tipo menguan las opciones de la formación para convertirse en una alternativa sólida de gobierno. Porque no fue la derecha la que obligó a la diputada a tirar de credencial parlamentaria para evitar que la policía identificase a su acompañante por la llamada de un vecino alertando el destrozo en los retrovisores de varios coches a altas horas de la madrugada compostelana ni tampoco se trata de un asunto contra una mujer. Cuando te pillan con la zarpa en el carrito de los helados, resulta siempre mejor disculparse y, al menos, disimular poniendo el cargo a disposición del partido en vez de atrincherarse en el "yo no fui, me tienen manía".

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