Le ha salido redondo el tasazo judicial al admirado (es broma, claro) ministro Alberto Ruiz Gallardón. Ha matado dos pájaros de un tiro: por un lado, se ha minorado el creciente colapso de los juzgados sin gastarse un duro; y por otro ha conseguido que muchos ciudadanos desistan de sus pleitos con la administración. Es cierto que lo ha conseguido poniendo a la justicia un precio que no todo los españoles se pueden permitir, pero eso es una menudencia. Lo realmente importante es que el modelo Gallardón es extrapolable a otros servicios públicos y universales que le salen a este país por un pico y, a pesar de ello, no hay forma de ponerlas al día. Estoy pensando, por ejemplo, en la sanidad. Pongamos al paciente tasas por conceptos tales como ocupación de quirófano o por desgaste de fonendoscopio y verá como se reducen por la vía rápida las listas de espera. No falla. Seguro.
