Opinión

Meando fuera de tiesto

En el Entroido vale (casi) todo, entendiendo que ese todo se circunscribe al vasto universo del sentido común. 

En el imperio de la trangresión se conceden licencias para cruzar barreras difícilmente franqueables el resto del año. Pero hay una, la del respeto a la convivencia, sagrada incluso estos días en los que se muestra especialmente flexible e inclinada a la diversión desbocada. No se puede mear fuera de tiesto, por decirlo de una forma fina. Se comprende que es difícil encontrar un lugar de desahogo en una noche como la de las comadres en Verín. Se podría pedir que el Concello habilitase aseos portátiles. Se pueden hacer muchas cosas, pero esto no. Esto es una porcallada por mucho Entroido que nos asista.

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