Opinión

Camilo José Cela y Laxeiro

Entre José Otero Abeledo, “Laxeiro”, (1908-1996) y Cela se establecieron unes relaciones artísticas que no conocemos con entera precisión. Las primeras datan de los años 50 y las segundas de la última década del siglo XX, hasta el fallecimiento del pintor de Lalín. Las primeras no cristalizaron en colaboración alguna, en cambio las segundas tuvieron tres Frutos interesantes: el lujoso libro Galicia (Vigo, Ir Indo, 1990), O camaleón solteiro (Santiago, El Correo Gallego, 1991) y Discurso para una xove amante dos libros (Vigo, Ir Indo, 1991), amen de las ilustraciones que Laxeiro realizó para el número III de la revista El Extramundi y los papeles de Iria Flavia (otoño de 1995).

Cuando en enero del 53 Cela recibe el prólogo de Otero Pedrayo para la edición gallega de Pascual Duarte (“tengo el propósito de que sea, fuera de toda duda, la mejor de todas las truducciones”) acusa recibo (3-I-53) del texto y le comunica que desea que la traducción corra a cargo de Vicente Risco y las ilustraciones las lleve a cabo el “gran Laxeiro, a quien he visto hace poco en Buenos Aires”. De este modo cree que podrá ofrecer “una curiosa muestra de la cultura gallega trabajando en equipo”. En efecto, en el primer viaje de CJC a Hispanoamérica a finales del otoño del 52 debió contactar con Laxeiro, quien un año antes se había trasladado a Buenos Aires, donde residió habitualmente hasta 1970. El contacto debió ser muy breve y superficial, pues Buenos Aires fue tan sólo ciudad de paso hacia Santiago de Chile para asistir al Congreso Mundial de periodistas. Las cartas de Luís Seane a Fernández del Riego nada dicen del paso de CJC por Buenos Aires, mientras detallan con regularidad los quehaceres de Laxeiro, a quien, según Seoane, “fíxolle moi ben a súa estadía en Buenos Aires, o establecer contacto con outra pintura e outros artistas para situarse de maneira más definida na nosa época” (30-VII-1965). Lo cierto es que Cela puso en marcha su querencia y sólo recibió respuesta de Laxeiro, por vía epistolar desde Buenos Aires, el 14 de octubre del 54. El pintor le dice que recibió la petición “hace tiempo” y que le “dio una gran alegría y rápidamente me puse con mi lápiz detrás de la búsqueda de los tremendos personajes que tú, con gran genio, inmortalizaste en tu maravillosa obra”. Sin embargo, Laxeiro le confiesa que para hacer unas buenas ilustraciones paulatinamente se dio cuenta de que “me era preciso ir a un pueblo de Extremadura que tú me dijeras, donde pudiera documentarme como dibujante”. La carta concluye con una petición que a buen seguro no se cumplió: dado que Laxeiro iba a viajar a París en noviembre, estaba dispuesto a pasar 15 días en Madrid y recibir instrucciones de CJC “para ambientar mis ilustraciones, si es que éstas ves tú que pueden quedar bien a tu magistral novela. Yo daré el dó de pecho para tu Familia de Pascual Duarte”. Un año después toda había quedado en agua de borrajas, y Cela escribía a Vicente Risco (15-IX-1955) desde Port de Pollença: “De Laxeiro he tenido que prescindir porque es la viva imagen de la informalidad”.

Más de 30 años después Laxeiro y Cela al fin colaborarán. El escritor está en la cumbre de toda buena fortuna (Premio Nobel de 1989), el pintor por su parte confiesa en su diario (20-VIII-1989): “Hoxe domingo, encóntrome só e reumático como hai xa bastantes anos […] só me queda a arte, a pintura, esta é a miña única verdade; todo o demais é mentira estéril”. Desde estas opuestas atalayas, Laxeiro ilustra el texto de Cela “Galicia”, que compone, junto con las espléndidas fotografías de Vítor Vaqueira el volumen Galicia. Las ilustraciones de Laxeiro acompañan el rifacimento que el escritor realiza de diversos textos anteriores (comienzos de los 50) alrededor de la geografía, el alma y la literatura gallegas. Poco después Laxeiro pinta la portada de O camaleón solteiro (que agavilla las colaboraciones que a lo largo de un año fueron apareciendo en El Correo Gallego, definidas por Cela como “una apología de la vida campesina y un ejercicio literario y moral”) y las ilustraciones del discurso que Cela pronunció el 26 de febrero de 1990 con motivo de la entrega del Premio Otero Pedrayo, convertido en libro, Discurso para una xove amante dos libros. Son dibujos simples, muy acordes con el arte del último Laxeiro, que definen también las ilustraciones de El Extramundi de cinco años después.

Como estrambote es oportuno recordar dos datos. En una carta (28-VII-91) a José Manuel Rey Novoa, director de El Correo Gallego, Cela le comunica: “Dado que mis multiples ocupaciones me impiden estar el día 30 de julio para asistir a la reunión del jurado que seleccionará al Gallego del Año, me permito enviar por escrito mi voto, que es para el pintor José Otero Abeledo, más conocido por Laxeiro". Poco antes de fallecer el pintor,  el CGAC organiza una retrospectiva de su obra: Cela la saluda con un texto para el catálogo –“Maravellada mestiza de amorodo, laranxa, limón e menta en homenaxe ó pintor Laxeiro”- que el 31 de marzo de 1996 veía la luz en español en la habitual sección del escritor en ABC, “El color de la mañana”.

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