Opinión

El eje Madrid-Lisboa se consolida en Europa

A mediados de este mes de marzo tuvo lugar en Lanzarote una reunión de alto nivel entre el presidente español, Pedro Sánchez  y el primer ministro portugués, Antonio Costa. Se trataba de una reunión de alto valor simbólico, un gran paso adelante en La cooperación de ambos países. España y Portugal siempre estuvieron geográficamente juntos, pero de espaldas. Nunca se miraron a los ojos buscando caminos para recorrer juntos. Están separados por la frontera más antigua de Europa, la Raya, y sobre todo, por una historia tumultuosa llena de desconfianzas y malentendidos. En general, España siempre miró a Portugal con un complejo de superioridad y Portugal a España con un orgullo desafiante. Los dos complejos los viví de niño en los montes y vegas de Calvos de Randín cuando nos mezclábamos pastoreando ganado con los portugueses de Turey. Manteníamos una relación entrañable y al mismo tiempo desconfiada. En la parte española se empleaba la palabra portugués como adjetivo de desprecio. En la época dorada de las dos dictaduras parafascistas, la española de Franco y la portuguesa de Salazar, las relaciones entre los dos países no pasaron de mutuas alabanzas verbales. No hubo un gran proyecto conjuntos, nie programas de colaboración interna. Ambos dictadores se refugiaban en los aplausos programados de sus países.

Lo contrario de los actuales mandatarios, Sánchez y Costa que trabajan por una colaboración cada vez mas estrecha. Creen en el viejo adagio de que “la unión hace la fuerza”. En la primavera pasada, trabajando de manera conjunta en Bruselas, obtuvieron el reconocimiento de la Unión Europea de lo que se conoce como “excepción ibérica” que permite, desde junio, desacoplar los precios de la electricidad de los del gas con la consecuente rebaja de la factura eléctrica. Desde entonces, España y Portugal forman una isla energética, poco conectada con el resto de Europa. Sin duda un gran éxito diplomático y económico que ya nadie discute.

El pasado otoño, Costa y Sánchez también negociaron con el presidente francés, Emmanuel Macron, una nueva estructura capaz de transportar hidrógeno verde entre la península Ibérica y Francia. Esta infraestructura se conoce como H2Med y situará a nuestra península en la vanguardia de la producción de hidrógeno de origen renovable, que sin duda contribuirá a la lucha contra el cambio climático y a la hegemonía de las energías limpias como ha dicho Pedro Sánchez.

Hace pocos días, los dos líderes se reunieron en Lanzarote para diseñar los trabajos que convertirán a España y Portugal en un oasis energético verde. Esta reunión con ese objetivo se acaba de celebrar antes de la fecha prevista, tal vez por razones de calendario, ya que el próximo 28 de mayo se celebran elecciones municipales y autonómicas y en julio, España asumirá la presidencia de la Unión Europea. Lo que pondrá difícil encontrar una fecha para el encuentro bilateral entre los dos países.

Acompañados por casi dos decenas de ministros los dos países firmaron alrededor de una docena de acuerdos que articulan las relaciones entre los dos gobiernos en temas de educación, formación profesional, cultura y definieron también la posición sobre los temas más importantes que la presidencia española presentará a la Unión Europea. Entre los temas que España presentará figura un pacto para la emigración, unas reglas fiscales, la reforma del mercado de la energía y acuerdos comerciales con México, Chile y el Mercosur.

El que se haya escogido Lanzarote para esta reunión tiene un alto valor simbólico por varios motivos. Es una isla que forma parte de los archipiélagos de la Europa del Atlántico, las Canarias de España y Madeira y Azores, Portugal. 

En Lanzarote también fijó la residencia los últimos años de su vida, el premio Nobel de Literatura, José Saramago. Considerado uno de los grandes promotores de la Confederación Ibérica que uniera políticamente, territorialmente y administrativamente a los dos países. Esta idea esta cobrando cada día más fuerza, en Portugal, especialmente entre la juventud. Recientemente esta idea ha sido defendida con cierto énfasis por el alcalde de Oporto, Rui Moreira. Consideraba que era necesario crear una especie de Iberolux, teniendo el Benelux como referente. A propósito de este planteamiento escribió: “ España y Portugal debían tener una estrategia coordinada, después de haber vivido varios siglos de espaldas, con mutua desconfianza”.

La verdad es que observando la colaboración constante entre los dos gobiernos podemos afirmar que Madrid y Lisboa están viviendo días de vino y rosas. Es cierto que no existe una agenda explicita para integran los dos viejos países en una nueva y moderna confederación, pero también es verdad que los movimientos y gestos de cooperación pueden crear una dinámica imparable en ese sentido. Conviene fomentar los favorables que hinchen las velas en ese sentido.

De momentos España y Portugal han presentado una candidatura común a organizar la Copa Mundial de futbol de 2030. A última hora a esta candidatura también se ha unido Marruecos cuya selección fue la gran revelación del pasado mundial en Catar. Actualmente los dos países tienen gobiernos de color socialdemócrata, comparten preocupaciones y posiciones análogas en Europa lo que les da una gran visibilidad ante las instituciones europeas. Y su voz es muy escuchada. Los problemas son casi idénticos y las soluciones deben ser semejantes. La cuestión energética es un ejemplo claro y lo será la apuesta por la nanotecnología al instaurar una potente fabrica en Praga. Ambos países se preparan para celebrar el 50 aniversario de la recuperación de la democracia y las libertades, la de Portugal en 1975 con la vistosa revolución de los claveles y la de España con la muerte de Franco.

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